jueves, 27 de enero de 2011


Debemos revaluar la clase política


Fuente: El Comercio
Por: Raúl Ferrero Jurista
Jueves 20 de Enero del 2011
Existe una injusta tendencia a considerar que quienes intervienen en la política tienen una condición disminuida, como consecuencia de la sistemática devaluación de dicha actividad.
Tal prejuicio resulta absurdo y contraproducente para una sociedad que justamente quiere y necesita elevar el nivel de la política y de quienes participan en ella. Por ejemplo, la percepción general es que el nivel de nuestros parlamentarios ha decrecido progresivamente, cada cinco años, cuando nos ha tocado elegir a los miembros del Congreso.
A esto han contribuido muchos factores. Primero, que no se ha podido restituir el sistema bicameral con un Senado que tiene por función operar como cámara técnica y revisora para perfeccionar la labor legislativa. Así, el papel congresal ha perdido eficiencia, ya que en la cámara única se aprueban leyes de menor calidad.
Ello ha influido para que menos ciudadanos con perfil más técnico tengan interés en participar en el Parlamento, ya que las funciones diferenciadas de las dos cámaras quedan confundidas en una sola, con lo cual se mezclan los roles puramente políticos y regionalistas con los técnicos e integradores que le dan coherencia a la importante labor que como conjunto orgánico se espera de los congresistas.
Pero no solo en el Parlamento se hace política. También se desarrolla en el Poder Ejecutivo, en los gobiernos regionales y municipales. En todos ellos se requiere de ciudadanos preparados y dispuestos a servir, y no de gente improvisada que se limite a estar detrás de conseguir un puesto de trabajo.
Al desprestigio de quienes ejercen la política contribuimos todos con nuestra crítica, a veces ligera, sin comprender que con ello se le hace un flaco favor a la defensa del sistema democrático, ya que este se ve principalmente representado por quienes son elegidos para desempeñar cargos políticos.
Pero, como no se comprende esto, existe una suerte de deporte que consiste en desarrollar una competencia para ver quién agrede más contundentemente a los que ejercen función política, y que son permanentemente sometidos a golpizas continuas e inmisericordes.
Esta actitud autodestructiva tiene que cambiar. Comenzando por esforzarnos para elegir mejor a nuestros representantes en las elecciones generales de abril, en el entendido que las agrupaciones políticas se hayan tomado el trabajo necesario de seleccionar bien a sus candidatos.
El electorado debe comportarse con la seriedad del caso. Debe elegir con un mayor sentido de responsabilidad a los representantes que ejercen cargos políticos. A la vez, quienes resultan elegidos deben comprender que la función pública, que nace del voto popular, debe ser ejercida con absoluto compromiso, ya que quienes delegan su confianza en los elegidos lo hacen pensando que quienes ejerzan dichos cargos desempeñarán sus funciones buscando resolver los problemas más apremiantes de sus representados.
Esto amerita que cuando se ejerza el voto preferencial (mientras exista) para el Congreso, no sea utilizado con ligereza, sino dirigiéndolo al candidato que podrá desempeñar mejor el cargo para el cual postula, y no se concurra el día de los comicios, de manera improvisada, sin saber por quién votar o haciéndolo por quien le recomendaron en la misma fila de la votación.
El ciudadano debe poner el mayor interés en los comicios que se avecinan y esforzarse en escoger bien al candidato presidencial y a los representantes congresales, recordando que en el caso de los legisladores el mandato que reciben no es imperativo, lo que equivale a decir que una vez elegidos solamente quedan obligados moralmente a cumplir con sus compromisos preelectorales.
Para alcanzar el desarrollo que pretendemos como nación es preciso que sepamos escoger a quienes se les encarga la importante tarea de gobernar el país.

martes, 18 de enero de 2011


Crisis de partidos y elecciones 2011

Dom, 31/10/2010 

La República
Por Luis Jaime Cisneros


Las últimas semanas nos han ofrecido tristes testimonios de nuestra vocación cívica. Todos los acontecimientos nos han mostrado en carne viva cuán desvalida se halla nuestra vida democrática y cuánto significa la falta de partidos políticos organizados. Somos un país que carece de formación política sólida. No hemos sido capaces de organizarnos alrededor de ideas sustanciales, y hemos preferido siempre repetir las afirmaciones de eventuales dirigentes. Por eso carecemos realmente del auxilio de los partidos políticos. El poder, el éxito, el dinero han terminado por ser dioses particulares que merecen adhesión ciega. Hemos considerado más importante todo lo relacionado con el poder que lo relacionado con el gobierno de la nación. Nuestra preocupación cívica no tiene vinculación alguna con lo que aprendimos de los griegos al respecto. Es una triste lección, que debemos aprovechar ahora, ante la inminencia de la convocatoria presidencial. Hombres pensantes, reflexivos, de clara conducta cívica son los que podrán ayudarnos a reflexionar. No se trata de agruparnos tras una figura circunstancial y emblemática. Si no nos juntan las ideas, no estamos políticamente preparados para interesarnos por el país.

Estos últimos 20 años deben obligarnos a reflexionar, para evitar que la historia se repita. La palabra historia tiene, en la hora actual, significativa trascendencia. Los profanos suelen entender la historia como una memoriosa y desajustada mirada hacia el pasado, y ahí congregan lo que ya transcurrió y puede, tal vez, entregarse al olvido. Sin embargo, la vida de los pueblos se mide por la memoria de lo vivido, que guarda los cimientos de lo perdurable. La historia que nos interesa tener presente es la que ilustra el continuo desarrollo de las ideas medulares y de los hombres, la historia de las gestas, la historia del desasosiego y el triunfo y la derrota de quienes dieron su vida para que el Perú no fuera una chacra sino una tierra sólida para asentar la justicia social y para la paz y para el goce general de la salud y la cultura.

La historia que a nosotros nos interesa destacar y defender es la que se entronca con el pasado, se engarza inexorablemente con el presente y acá y ahora, entre asombro, dolor y lágrima contenida, convoca a nuestra juventud a la desazón, el desconcierto y la desesperanza. Y escribo estas líneas porque –hombre de universidad como soy– me siento obligado a hablar de coraje y esperanza. Estamos hechos para la observación y para la denuncia oportuna. Estamos entrenados para frecuentar los difíciles caminos de la verdad. No voy a explicar ni a recordar qué ha pasado en estos últimos 20 años, porque testigos hemos sido (y, a veces, involuntarios protagonistas) de cuántos errores y graves pecados se cometieron, y cuánta responsabilidad nos alcanza a los unos y a los otros. Pero sí debo alertar sobre los graves y equívocos momentos que nos asedian, porque debo prevenir a la juventud sobre los negros nubarrones que se ciernen en el horizonte. Debemos aprovechar que la juventud está entrenada para frecuentar los difíciles caminos de la verdad.

Las elecciones finiseculares del 2000 fueron para todos nosotros un triste espectáculo de bochorno y escarnio. Nadie supo estar a la altura de las circunstancias. El clima en que se desarrolló la segunda vuelta no fue ciertamente modelo de envidiable ejemplaridad. Nos basta evocarlo escuetamente para hacer frente, corajudamente, a lo que hemos ayudado a cosechar. Estos últimos años no nos han proporcionado, ciertamente, cuadros de miseria moral, pero ¿de qué vale anunciar gozosamente que dentro de pocos años celebraremos 200 años de vida independiente, si todavía (debemos reconocerlo) somos esclavos de la ignorancia, de la indecencia, de rabias viscerales desprovistas de un halo de armonía, de justicia, de sana libertad.

Los jóvenes que en el 2011 votarán por vez primera deben ser testigos de una campaña electoral en la que quede muy claro que se aspira al buen gobierno de la república, y no al ejercicio del poder. Ese objetivo exige un lenguaje claro. Hay que eliminar el lenguaje a media voz, que no ha sido nunca mensajero de la verdad y la justicia. Si en los próximos períodos presidenciales logramos desterrar del desafío electoral la voluntad de alcanzar el poder, habremos llegado a disfrutar realmente que somos un país libre e independiente.

domingo, 16 de enero de 2011


Posiciones extremas pierden vigencia



CAMBIO POLÍTICO EN EL PERÚ

El Comercio

Por: Raúl Ferreo Costa Jurista
Jueves 6 de Enero del 2011

En estos últimos diez años el país ha avanzado en forma sostenida en la dirección correcta.

Con la recuperación del sistema democrático, a fines del 2000, se inició un período de reconstrucción de las libertades perdidas, junto con el esfuerzo por reordenar la economía, seriamente afectada, entre otras razones, por los efectos de sucesivas crisis financieras internacionales, tanto rusa como asiática.

Si bien los gobiernos de Paniagua, Toledo y García han tenido características distintas, todos exhiben logros comunes en los órdenes democrático y económico, lo que ha permitido, después de mucho tiempo, que se logre un crecimiento continuado, con excepción del 2009, en que el latigazo de la crisis financiera iniciada en EE.UU. golpeó severamente al orbe.

Esta tendencia positiva ha influido en un fenómeno, poco frecuente en la política peruana: en que el rumbo económico mantenga una continuidad desusada.

Los candidatos que aspiran a la presidencia en las elecciones de abril comienzan a calentar motores, delineando los detalles de sus programas de gobierno, en caso de que alcancen el triunfo.

Lo interesante, esta vez, es que las distintas opciones electorales, con los matices del caso, no muestran diferencias que puedan parecer abismales –como ha ocurrido en otras oportunidades– al momento de trazar sus planes económicos.

Si bien existen planteamientos marcadamente diferentes, desde la derecha más pronunciada, hasta la izquierda menos flexible, hay una aceptación tácita al sistema económico que se sigue consolidando en el país.
Es verdad que existen opciones menos concordantes con los principios económicos básicos que se han venido imponiendo, hasta llegar a cuestionarse algunos de ellos. Empero, lo que más se discute es la intensidad con la que se vienen aplicando, o la mala ejecución de políticas con las cuales se muestran desacuerdos.

Nadie discute la necesidad de combatir frontalmente la pobreza, pero sí de la efectividad con la que se vienen aplicando los programas gubernamentales.

Las candidaturas presidenciales inscritas para el proceso de elecciones generales se han reducido como consecuencia de la ley electoral, que incentiva las uniones de agrupaciones al exigirles superar la valla del 5% para alcanzar representación parlamentaria y mantener su inscripción vigente.

Curiosamente, con ello, también ha ocurrido que las propuestas más extremistas se han reducido al mínimo. No se percibe por el momento, como sí ha sucedido en anteriores procesos, ninguna opción antisistema, pero los que consideran que se irá perfilando, no se preocupan demasiado al considerar que los radicalismos no tendrían verdadera opción ganadora.

Con esto, el Perú ha entrado en una nueva etapa en que si bien existen posiciones políticas divergentes, se reconocen los logros obtenidos por el país en su conjunto, en los últimos años.

Por eso, por ejemplo, no tiene mucho sentido para la ciudadanía que se discuta si el eje de integración vial (carretera Interoceánica) le debe su paternidad al anterior gobierno o al actual, ya que lo que nos interesa como nación es que un gobierno tuvo el mérito de concebirla y llevar a cabo el inmenso trabajo de licitar la construcción de cada uno de los tramos y el otro continuó (como debe ser) la construcción de una vía de comunicación e integración que conectará en el centro de Sudamérica al Océano Pacífico con el Atlántico, a la vez que acercará más a dos países con un futuro común, como el Perú y Brasil.

Aunque existe un esfuerzo de los principales candidatos por moverse hacia el centro del espectro político, que es el que más votos proporciona, no será tan fácil persuadir al electorado de su autenticidad si no se presentan programas y trayectorias que sustenten esas posiciones de manera convincente.

miércoles, 12 de enero de 2011


El pueblo es bruto

La República
19 de diciembre de 2010
Por Rocío Silva Santisteban

¿Partidos o alianzas?, ¿frentes o retaguardias?, ¿insider u outsider?, ¿militantes o invitados?, ¿todo lo sólido se desvanece en el aire? Las diversas crisis cíclicas previas a las elecciones se apoderan, ahora, de todo el espectro político: derechas, izquierdas y el ultrapeleado centro. Nadie quiere ir solo, pocos apuestan por sus propios militantes, buscan al outsider-bolo-fijo que es, siempre, la locomotora de un partido que puede quedarse fuera de registro. ¿No será momento de repensar en la ley electoral? La semana pasada la ONPE presentó el último número de su revista Elecciones invitando a algunos miembros de diferentes partidos políticos para que, de alguna manera, comenten los artículos publicados. Casi todos coincidieron, tanto Carlos Ferrero como Felipe Osterling, Carmen Losada de Gamboa, Carlos Tapia y Carlos Roca, en comentar un artículo muy polémico sobre la crisis de los partidos, escrito por el profesor español Manuel Alcántara.

Para Felipe Osterling el gran problema de la crisis de partidos en el Perú es la falta de confianza en el foro público de las nuevas generaciones. Su crítica no se enfocó en la falta de credibilidad de los liderazgos, sino en que los electores desconocen la maquinaria política debido a una deficiente formación en “educación cívica”. En otras palabras, y disculpen la sobreinterpretación, “el pueblo es bruto”. Quizás no le falta razón al referirse al tema educativo, pero no podemos aducir que la falta de confianza esté solo vinculada a la escasa “educación cívica”. Considero que, en términos amplios, el pueblo peruano es uno de los más politizados de América Latina y es interesante cómo ha pervivido en el electorado este interés en la política a pesar de que despotriquen de ella. A su vez, las posibilidades de educación cívica eran sumamente altas cuando no votaban ni mujeres, ni analfabetos y sí hombres blancos y letrados. Pero se trataba de una democracia absolutamente reducida a una élite. Si ahora solo votaran los bachilleres universitarios, entonces tendríamos más facilidad de poder difundir una cultura cívica y ética, pero a su vez estaríamos en la práctica restringiendo esa cultura que tendría poco de cívica y nada de ética.

Considero que los viejos dirigentes deben poner las barbas en remojo: parte del problema de la crisis de partidos es la falta de una generación de recambio. Lourdes Flores, por ejemplo, es una lideresa que está gastada en la faena electoral y su partido ha tenido que optar por una alianza con otra alianza y así respirar seguros de poder conseguir el ansiado 5% que permite la supervivencia. ¿Y qué sucedió con los jóvenes pepecistas? No lo sabemos, están ahí, han militado en el partido desde siempre, desde sectores incluso periféricos y de provincias, pero siguen ninguneados por las cúpulas limeñas. Precisamente este fue el comentario que hizo Carlos Roca: hay tanto desencanto de las dirigencias locales y provincianas sobre las centralizadas en Lima que los propios militantes con posibilidades regionales se salen de los partidos para evitar el ninguneo o la asignación manu militari desde la capital. Y Carlos Roca sabe de lo que habla.  

“Tenemos partidos prácticamente desaparecidos”

El sociólogo Julio Cotler es uno de los intelectuales más importantes del país y, a la vez, nuestro oráculo más acertado. En el 2006, predijo la irrupción electoral de Ollanta Humala. Hoy vaticina la llegada a segunda vuelta de Alejandro Toledo y Pedro Pablo Kuczynski.
Por Ghiovani Hinojosa
Foto Rocío Orellana

Durante una entrevista televisiva reciente, usted estimó que la segunda vuelta presidencial se disputaría entre Alejandro Toledo y PPK. ¿Por qué lo avizora así?

–Porque son los más centristas, los que tienen las posiciones más fluidas, los que pueden ir de un lado a otro sin encontrarse con la historia cerrada de Ollanta Humala y Keiko Fujimori. Estos tienen núcleos duros y posiciones muy arraigadas.

–Siempre es eficaz ubicarse al centro.

–Claro, porque permite recoger votos de una gama de población muy amplia; con alguien de centro muchos pueden sentirse representados.

–¿Qué tiene Toledo a favor y en contra?

–En contra, la frivolidad de su gobierno; y a favor, que es el que ha hecho menos daño al país. Además, es el que más dejó hacer a diferentes opciones: hemos tenido ministros medio izquierdosos, de derecha y centristas. Hay mucha gente que le tiene simpatía al cholo. Sano y sagrado, por cierto; no hay que olvidarse de eso. Hay que recordar los posters en los que él estaba de inca. Toledo es un buen cholo, y ese es un buen recurso.

–¿La apelación incaica?

–No, la cara. En el Perú esa cara vale; ya es un capital. Kuczynski no tiene esa cara.

–Toledo no tiene una clara identidad ideológica.

–Esa es precisamente una de sus virtudes. Puede ser medio izquierdoso, centrista o medio favorable a las grandes empresas. Es gelatinoso.

–Usted ha dicho que él se posicionará en la centroizquierda para diferenciarse de PPK, y que esto será fácil porque “Toledo no es un representante orgánico del capital”.

–Claro. Kuczynski es un representante orgánico del gran capital, mientras que el otro es un harvardtiano, un sujeto que favorece las políticas de inversión pero no circula en ese ambiente.

–¿Por qué se ha referido a Kuczynski como “el campeón” de estos comicios?

–Porque ha logrado hacer una alianza fascinante. Tiene a Yehude Simon para tirarse a la izquierda, al PPC para tirarse a la derecha, a Acuña para hacer populismo y a Lay con su propia red evangélica. Acuña tiene una red de clientela bien organizada, el PPC constituye la vieja clase alta y media alta de Lima, y Kuczynski tiene a todos los grandes empresarios. Son varios públicos y varias ofertas, es una combinación multiclasista y multirregional.

–Me pregunto cómo podrá calar su figura en el área rural.

–Pero para eso tiene a Acuña, que tiene una buena cara de cholo norteño, o a los otros. Kuczynski no tiene por qué presentarse. Y probablemente deje a un lado a Puno, Cusco y Arequipa; ya tiene toda la costa y el norte del país.

–Está claro que PPK no podrá moverse de la derecha.

–Van a reconocerlo como un hombre que ha sido presidente de empresas multinacionales, un gerente; lo acusarán de lobbista de empresas eléctricas. Pero, insisto, en determinado momento, él puede ponerse a un lado y dejar que Acuña, Lay y los otros saquen la cara.

–¿No le asusta el pragmatismo de Kuczynski?

–No, él va a hacer un gobierno como el de Alan García. Favorecerá las grandes inversiones, dará agua y luz, y dejará que cada uno de los caciques regionales haga las cosas por su cuenta.

El ‘mudo’ y la ‘china’


–¿Qué posibilidades le ve a Luis Castañeda?

–Él no tiene por qué preocupar. ¿Qué cosa es Castañeda? No lo veo con ninguna perspectiva. Tengo la sospecha de que él se va a desinflar o va a ser de esos que se quedan con 20%.

–¿Por qué?

–No tiene capacidad para hablar, no sabe hablar, no le gusta hablar. Le gusta sacar el Hospital de la Solidaridad. Ahora va a comenzar a salir lo de Comunicore. Además, no tiene con quién trabajar: ¿qué otra cara que no sea Castañeda puede presentar Solidaridad Nacional? Ninguna.

–¿Qué nos dice de él su alianza con el ex humalista Unión por el Perú y el ex fujimorista Cambio 90, entre otros?

–Es un pragmatismo ineficaz. ¿Qué cosa es UPP? Nada. Es una etiqueta que está allí porque la ONPE y el JNE no se deciden a borrarla. En el Perú los cadáveres políticos están flotando permanentemente.

–¿Protestaría junto con Mario Vargas Llosa si Keiko Fujimori llega a la segunda vuelta?

–Es que no va a llegar, ¿para qué uno se hace problema? ¿Para qué él hace declaraciones fuera de tiempo?

¿Para qué le da aire? ¿Para que ella salga diciendo que su padre no es un ladrón? ¿Cómo que no es un ladrón? Si ha sido sentenciado por ladrón y por asesino.

–¿Por qué Keiko Fujimori no tiene posibilidades de pasar a la segunda vuelta?

–Porque tiene una posición muy fuerte, muy derechista, muy dogmática, que le da muy poco margen de movimiento y, por lo tanto, poca capacidad de ampliar votos. Ella tiene la mayor proporción de rechazo en todas las encuestas. Cuanto más rígida es la posición, menos probabilidades hay de ganar; esa es mi proposición.

–A parte de la red de clientelismo y el apoyo militar-policial, el fujimorismo es respaldado por peruanos que piden mano dura. ¿Tenemos un gen autoritario?

–En el Perú no existe una tradición democrática. ¿Qué momentos democráticos hemos tenido en los últimos 50 años? Del 63 al 68, del 80 al 90, y ahora. Las instituciones democráticas necesitan tiempo para madurar, asentarse y figurar. La democracia, además, siempre se ha mostrado contraria a los intereses del pueblo.

¿Por qué la gente va a estar a favor del modelo si este no le trae beneficio?

–Por eso muchos apoyaron a Humala en el 2006.

–Ah, claro. Hay posiciones rígidas de derecha y de izquierda.

–¿Qué significa que el Apra, el partido político más histórico del país, recurra a una independiente como candidata presidencial?

–La debilidad interna que existe; el faccionalismo dentro del Apra está llegando a niveles de desintegración.
–¿Mercedes Aráoz será su locomotora legislativa?

–No hay locomotora. Esto es muy grave; yo no sé si ella llegue al 5% de votos (la valla electoral mínima para que un partido mantenga su inscripción). A la pobre la deben estar mangoneando.

Q.E.P.D. Partidos políticos


–Actualmente hay 27 partidos políticos inscritos en el Registro de Organizaciones Políticas del JNE. Esto es una ilusión porque muchos de ellos no pueden acreditar actividad partidaria real ni organicidad al interior del país. ¿Quiénes son los responsables de esta coladera?

–Los legisladores porque han dado una ley (la de Partidos Políticos) y, frente a lo que sucede, no han dado otra para decir ‘señores, ustedes desaparecen’. ¿Por qué se mantienen esos 27? Ha sido lo de Cambio Radical. Todos quieren ser un vientre de alquiler.

–Si se reforma la Ley de Partidos Políticos para dar capacidades fiscalizadoras y sancionadoras al JNE, ¿esto reduciría la fragmentación política?

–Podría ser, si es que los que dirigen el JNE tienen el coraje de hacerlo. Ellos no se quieren pelear con nadie.
–Hay partidos –como el de César Acuña (APP) y Felipe Castillo (Siempre Unidos)– que son una especie de extensión de sus empresas, ya que, incluso, comparten personal y locales de trabajo. Estos caudillos dicen tener lo que le falta al Estado: capacidad gerencial.

–¡Qué capacidad gerencial ni qué ocho cuartos! Lo que ellos tienen es una capacidad de manipulación y de muñeca increíbles. Vamos a ver la Universidad César Vallejo, yo quiero saber qué tipo de profesionales sacan de allí. Aquí lo que se necesita es capacidad política. El problema es que Acuña quiere colocar a su gente para llegar a la posición dominante, la presidencia; el problema es que él ve al país como su chacra.

–¿Qué podemos hacer para inyectarle vida a nuestra democracia?

–Es una pregunta grande. Fortalecer las instituciones democráticas: pelear para que el Poder Judicial sea mejor, pelear para que la justicia electoral sea mejor, pelear para perfeccionar las cuestiones avanzadas. Estamos en un círculo vicioso, hemos heredado 40 años de inestabilidad política y corrupción. Lo que hicieron en los 80 Abimael Guzmán y Alan García –destruir la vieja sociedad sin reconstruir nada–, y después Montesinos y Fujimori –corromper la sociedad totalmente–, ha sellado la historia del Perú por mucho tiempo. Eso se paga con décadas. Reconstruir el orden social y político no es cosa de 24 horas.

–¿Conseguiremos reactivar nuestro sistema de partidos?

–Todos los países del mundo pasan por crisis del sistema de partidos. Estoy leyendo un artículo sobre la crisis de representación política en Gran Bretaña, y mire lo de Berlusconi en Italia y lo de Francia. El que haya conflictos y crisis no es un problema patológico, forma parte de la vida social.

–¿Los jóvenes deberíamos militar?

–Todo el mundo debería no militar sino tener participación política. La palabra militar me repugna porque en democracia no se debe pensar en términos militares.

–¿Los partidos políticos podrían desaparecer en el Perú?

–Sí, claro. Pero los tenemos prácticamente desaparecidos.

–¿Qué falta para que terminen de desaparecer?

–Que el Apra y el PPC tengan cada vez menos resonancia, y aparezcan más Alan Garcías, Kuczynskis, Toledos, Castañedas; ellos ya no representan a partidos. ¿Ya ve que podemos vivir sin partidos?

–El presidente de la República atribuyó hace poco su baja aprobación a los peruanos “tristones” y “desconfiados”, y nos comparó con los brasileños, “que tienen otro tipo de raza, de alegrías y de sol”. ¿Qué le parece?

–No escuchábamos algo así desde 1910. Forma parte de su repertorio reaccionario, de su determinismo geográfico y racial; es una expresión profundamente intolerante. Lo más gracioso es que García se ufana de haber estudiado sociología.

Intelectuales

October 25, 2010

Por Rocío Silva Satisteban


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Uno de los chistes repetitivos de mi padre era que el mundo se dividía en dos: los inteligentes y los intelectuales. Obviamente se trata de una diferencia excluyente. Pero era un chiste: él siempre se consideró un intelectual, es decir, una persona que se dedica al intelecto y su repercusión en la esfera pública. ¿Ser un intelectual es no ser inteligente? Esa es la paradoja del supuesto chiste de mi padre.

Un intelectual, como un buen periodista, solo tiene un capital simbólico en la vida: su propio prestigio, que es eso extraño y difícil de reconocer pero que los miembros de su campo detectan de inmediato cuando se tiene. Y también cuando no se tiene. Los y las intelectuales son una piedra en el zapato del poder pero, para serlo deben tomar la decisión de entrar al ágora y así hacerse también de un poder simbólico. Quizás por eso no sean tan inteligentes
como los simples tecnócratas o asesores de los políticos quienes, pretendidamente, son neutros.

Precisamente sobre el espinoso tema del “campo intelectual” peruano Osmar Gonzales, doctor en Sociología y ahora director de la Casa Mariátegui, acaba de publicar el libro La academia y el ágora, en torno a los intelectuales en el Perú y como su nombre lo indica es un gran fresco sobre los debates y posiciones de los intelectuales peruanos desde Manuel Gonzalez Prada, el intelectual rebelde, hasta “los zorros” de la izquierda de los 80 o los “jóvenes turcos” de la derecha de la misma época.

A pesar del prestigio de intelectuales como Riva Agüero o Mariátegui, o el mismo Gonzales Prada o Basadre, hay un tipo de intelectuales en el Perú que no han sido fuente de discusión y problematización de la realidad sino, todo lo contrario, germen de violencia y destrucción. Para Osmar Gonzales el intelectual es sobre todo un insatisfecho, una persona que permanentemente se hace preguntas y, por eso mismo, esta búsqueda no le permite muchas veces consolidarse dentro de la esfera de la política y esta insatisfacción los radicaliza. Pero si los intelectuales son ante todo “personas que todo lo dudan”, esa no sería la razón por la cual se radicalizarían, pues si fuera así, no podríamos explicarnos la presencia de un intelectual como Abimael Guzmán precisamente en ese lado contrario del pensamiento productivo, que en lugar de poner en duda ciertos principios, pasa a constituir verdades absolutas que interpretan la realidad peruana de manera esquemática. Osmar Gonzales sostiene que el “intelectual senderista” es producto de ese típico desencuentro entre el lenguaje como “bien cultural” y la falta de una institucionalización del campo simbólico (campo intelectual) en el Perú.  A su vez sostiene que dentro de Sendero Luminoso la relación entre la sociedad y la construcción de una idea de nación, la sociedad es “suplantada” por una élite iluminada.

Creo que es un reto para Osmar Gonzales, y para otros investigadores, profundizar en las “razones” de los intelectuales senderistas que, a diferencia de los militantes del MRTA con algún tipo de reflexión posterior como Alberto Gálvez Olaechea, fueron de primera importancia en la constitución primigenia de esa opción radicalizada de la “toma de poder” que nos llevo a un cataclismo social de dimensiones descomunales. Gonzalo Portocarrero ha hablado de “razones de sangre”; Romeo Grompone de una especie de “amor imposible” entre los intelectuales y ese pueblo que, a veces, pretender representar.

Esta kolumna se ha publicado en La República el domingo 24 de octubre del 2010, un día antes del cumpleaños 86 de mi madre, doña Aura Manrique.

EL MOVIMIENTO LIBERTAD EN PERSPECTIVA

Sin duda, una de las campañas electorales que ha merecido mayor atención es la de 1990. Una serie de libros - El Pez en el Agua, El Diablo en Campaña, Demonios y Redentores en el Perú, entre otros - han buscado explicar las razones por las cuales el candidato favorito, el ahora Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa, perdió dichos comicios ante el desconocido Alberto Fujimori.

Entre los aspectos menos explorados se encuentra la historia del Movimiento Libertad, la agrupación política que se formó alrededor de MVLL y que tuvo una corta duración (1988 - 1993). Cubrir una parte de la historia es lo que se ha propuesto el comunicador José Carlos Requena en su libro “Una gran ingenuidad”. El Movimiento Libertad 1987 - 1989 (Mitin Editores, 2010).

El libro procura, sin dejar de lado las explicaciones sobre la derrota que ya todos conocemos - las limitaciones del candidato, la alianza con partidos desgastados, el gasto publicitario -, intenta demostrar que muchos de los problemas que acompañaron a Vargas Llosa en su aventura política tuvieron que ver con la forma cómo se concibió Libertad y el tránsito apresurado de un movimiento de protesta a una agrupación que sostendría una campaña electoral.

El movimiento surgió con varias “fallas de origen”. Una primera y quizás la principal, es la lectura de la realidad que tuvieron tanto el escritor como sus acompañantes: pensar que la políica únicamente se basa en una actividad meramente intelectual, cuando la misma tiene que ver también con pasiones o sentimientos. Ello los llevó a un error de concepto: pensar que todos aquellos que apoyaban a MVLL y a Libertad eran decididamente liberales.

De allí se derivan otros dos errores: una cerrazón de ideas que impidió que gente de otros espacios afines pudiera adherirse al proyecto, así como el poco trabajo de construcción de una organización política, lo que finalmente, hizo que el núcleo alrededor del candidato no tuviera una masa crítica que pudiera corregir errores que vinieron después, debido a su inexperiencia política. Todo ello confluyó para que, luego de la derrota de 1990 (que no estuvo en sus planes), el movimiento iniciara un declive hasta su liquidación.

Dichas cuestiones, que plantea bien Requena en un trabajo breve y que cuenta también con entrevistas a varios de los involucrados en Libertad, deben llevar no solo a la mirada histórica, sino también deben motivar una reflexión para los políticos.

De hecho, en el último tiempo, desde una agrupación pequeña como Adelante, varios quieren empujar hacia crear algo parecido a Libertad, en tanto espacio de ideas liberales. La lectura de este libro, sin duda, deberá ser tomada en cuenta por los integrantes de la referida agrupación, para darse cuenta de las limitaciones que tuvo MVLL, así como por otros grupos políticos que intenten - desde distintas perspectivas - defender una visión que tenga a la libertad, no solo entendida en su versión económica, sino también en la defensa de la democracia y las libertades básicas en el Perú.

Finalmente, el libro sirve para entender un episodio de la historia del Perú contemporáneo en otra perspectiva: en ver como un movimiento puesto alrededor de una idea concreta - protestar contra la estatización de la banca - pudo pasar a ser una agrupación política con cierto respaldo, para rápidamente desgastarse. He allí lecciones para los nuevos partidos que se forman a propósito de coyunturas específicas - de cualquier tendencia - y para aquellos que deseen reinventarse.

MAS SOBRE EL TEMA:
Algunos extractos de “Una gran ingenuidad” en Caretas

martes, 11 de enero de 2011


“Tenemos la derecha más reaccionaria de América Latina”

La República
24 de octubre de 2010


Abogado, periodista y docente universitario (PUCP y Salamanca, España), Luis Pásara vive en el exterior desde hace 25 años y se considera un expatriado. Sin embargo, no ha roto jamás su relación con el Perú, al que retorna a menudo y en el que ha permanecido tres meses como investigador del IDL. La ocasión es buena para hablar de la campaña municipal y de otros temas.
Por Federico de Cárdenas
Fotos Eduardo Cavero


En un texto para la revista Ideele, a propósito de la reciente campaña municipal, acusas a la derecha de vocación totalitaria e intolerancia, y sitúas estos defectos históricamente.

–Creo que lo que ha mostrado la campaña municipal es una vieja característica de la derecha peruana, cuyos voceros periodísticos han demostrado que ese autoritarismo e intolerancia siguen vivos. Y temo lo que viene ahora, porque se volverá a presentar no solo en la próxima campaña electoral sino en diferentes campos. Uno ve cómo avanza esta voluntad de no tolerar al que piensa diferente.

–Agregas que, a falta de partidos políticos sólidos, es en los medios en donde se ha plasmado esta práctica de intolerancia.

–En realidad, siempre fue así. Recordemos que hasta hace 40 años El Comercio era el vocero del antiaprismo y también el principal instrumento de lucha contra las fuerzas que representaban un cambio social. La derecha no fundó partidos, o lo hizo solo con fines electoralistas, sin buscar educar a la ciudadanía en posiciones conservadoras. Tenía un brazo armado, que era el militarismo, y un brazo ideológico. Hoy las FFAA están en sus cuarteles, pero volvemos a ver una derecha actuando desde los medios. Lo que pasa es que el mundo ha cambiado; y entonces uno se pregunta cómo es posible  que en esos medios todavía se pueda leer ciertas enormidades. Al menos a mí, que vivo fuera, me resulta sorprendente.

–¿Has podido seguir a los medios durante la campaña?

–No todos, hubiera sido imposible.  Pero leí lo que pude y seguí regularmente el programa de Jaime Bayly en TV. La Razón, Correo y Expreso atacaban a Susana Villarán, y Bayly a Lourdes Flores; esas fueron las dos grandes contracampañas.

–Tengo la impresión de que Bayly se cuidó mucho más. No sé qué opines al respecto.

–Tuvo exageraciones y argumentaciones a veces algo retorcidas, pero en general se basaba en datos concretos. En cambio del otro lado se tomaron algunos datos y se inventaron campañas insostenibles contra Villarán. Es lo que noto en ese tipo de derecha de la que hablamos: que no tiene ninguna restricción, ningún reparo, nada que le diga “atención, esto no se puede hacer porque es una mentira o una calumnia”. No conoce límites.

–¿Cómo funcionan los mecanismos de autorregulación en España?

–Es posible que se deba a alguna tradición cultural, pero hay temas que no se tocan. Por ejemplo, al rey no se le toca, y pase lo que pase está fuera de discusión. Y tampoco se toca la vida personal, la intimidad de cada uno, salvo que tenga repercusión en temas de interés público. Esto marca los propios límites, y cuando algún periodista se va de boca existe la censura del propio gremio. Y más todavía en TV que en la prensa escrita. Además, se trata de medios plurales, algo que entre nosotros también existía y se ha perdido. Es imposible concebir un programa de debate en TV y radio sin que cuenten con la presencia de grupos diversos. Hay debates ásperos, claro, pero siempre hay quien responda, y si alguien dice una mentira se le pone en evidencia.

–Aquí hemos tenido los videos de Montesinos y la campaña contra la oposición  en tiempos de Fujimori, que compró medios y fue nauseabunda. Y ahora tenemos un equivalente en los audios, que han jugado un rol en esta campaña y proceden de empresas de seguridad privada que se mueven en una zona gris hasta hoy invulnerable, pues nadie las descubre pese a que tienen bajo escucha a muchos.

–Nadie las descubre, y cuando graban algo salen al mercado a encontrar comprador. Ese parece ser el mecanismo y me parece increíble que sea así y no haya ninguna  autoridad interesada en acabar con la práctica porque estos aparatos son detectables y hay manera de descubrir las escuchas. Pero es posible que eso no suceda porque las autoridades del gobierno también forman parte del mercado.

–Pasando a la relación con la oposición,  afirmas que el Perú se sitúa en retaguardia en el continente, ya que países como Chile y Colombia, con gobiernos de derecha, cuentan con grupos de oposición de izquierda y centroizquierda que son plenamente tolerados.

–No solo Colombia y Chile,  que son países medianos y comparables en algunos términos al Perú. Están los casos de Centroamérica, Ecuador y Bolivia,  donde conviven partidos que encarnan diferentes visiones y políticas sin que nadie pretenda, como aquí la derecha, el exterminio del adversario. Por eso digo que tenemos la derecha más reaccionaria de América Latina.

El caso Susana

–En lo referente a Susana Villarán, o el “fenómeno Susana” –como también se le ha llamado–, planteabas algunos reparos.

–Lo que ocurre es que discrepo de quienes consideran que el “fenómeno Susana” es la resurrección de la izquierda.  Creo que es algo que está mucho más relacionado con la personalidad de ella. Cuando Kouri quedó fuera de carrera se abrió un espacio que Susana supo llenar,  pero de ahí a pensar en una reiteración de IU no viene al caso. Intentar revivir IU es no darse cuenta de por qué fracasó. Esa izquierda que sumada –más que unida– llegó a tener una votación tan importante entre el 78 y el 83, en el 90 se evaporó. Y no fue por acción de Fujimori o Vargas Llosa, sino porque no podía seguir tal cual, peleándose sectariamente entre ella, dividida como estaba en decenas de grupos. Hablar de una nueva IU a propósito de Susana es una insensatez.

–No hay que olvidar que el Muro cayó y también que hubo Sendero.

–Así es. Frente a SL hubo una buena parte de la izquierda que no supo tomar distancias o las tomó demasiado tarde, luego de usar durante años la expresión “compañeros equivocados”. Y no cabe duda de que la caída del Muro encontró desubicados a muchos izquierdistas. Sin embargo, algunos de esos grupos siguen vivos y no han abandonado un marxismo-leninismo de museo. Pretender convocarlos y juntarlos no lleva a ningún lado. Es pasar de largo lo ocurrido en 20 años.

–Pero creo que ese no es el caso de Susana ni podría explicar su enorme votación,  que para mí se debe a que hay sectores muy amplios que no se sienten representados y han visto en ella una esperanza.

–De acuerdo, no es el caso de Susana. Son sectores que en cada elección buscan un candidato. Es un electorado que hace apuestas –y no olvidemos que en el 2006 apostó por Humala, a quien le faltó muy poco para ganar– tanto a nivel nacional como regional y municipal. Y lo hace no por una definición ideológica o programática sino buscando en un candidato algo muy especial. Y me parece que Susana se los ha dado. Es su capacidad de comunicación  –que no es pura o exclusivamente verbal– la que ha creado ese fenómeno. Darle a esto un tinte político marcado me parece un error. Creo como tú que Susana no ha caído en él, pero no diría lo mismo de alguna gente que la rodea, pues no pocos de ellos se sienten como posibles beneficiarios de la ola Susana. Por eso señalo el peligro.

–¿Y no piensas que esto que ha surgido con Susana debería cuajar en un movimiento?

–Eso es distinto. Sí me parece válido plantearse esa posibilidad, que podría desembocar en algo más organizado, como por ejemplo tener una representación parlamentaria de buen nivel en el Congreso. Sería un modo de hacer que esto que se ha expresado hoy de modo aluvional cuaje en una forma más sólida. Pero eso implica construir algo nuevo –no ponerse a reconstruir algo ya superado– y que habrá que ver si funciona.

–Susana podría hacerlo a partir de asentarse con una buena alcaldía.

–Claro, ese sería el primer paso. Demostrar que puede ser una buena alcaldesa y que su equipo está formado por gente eficiente y que puede tratar de resolver algunos de los descomunales problemas que tiene Lima. A partir de allí, su futuro político sería más que interesante. 

Los del 50 desde  el siglo XXI


Por Luis Jaime Cisneros


No, no estoy hecho para improvisaciones. Desde muchacho, en el colegio, siempre me elegían para hablar, y me anticipaban el compromiso, porque yo me resistía a improvisar: necesitaba haber escrito lo que debía decir. Por supuesto, eso me valió apodos ahora irreproducibles. Pero me ayudó a salvarme de toda improvisación.

El tema de la generación del 50 (de cuyos integrantes he sido y sigo siendo amigo) me interesa, en la perspectiva que puede atraer a un filólogo: diarios y revistas de la época, libros accesibles en Lima o traídos por viajeros; la Democracia Cristiana y Acción Popular; el gobierno militar, las unidades escolares. ¿Qué pensaban los arquitectos (Fernando Belaunde y su revista), los que no eran escritores? La inquietud en Medicina, que lleva a la creación de Cayetano Heredia. Qué significaron para los de esa generación López Albújar, José Diez Canseco, que no sufrieron el silencio que envolvió a Chocano. ¿Por qué Vallejo, y no Eguren, que vuelve a recobrar lectores? Es decir, la vida empresarial, la vida política, la iglesia. Cartucho Miró Quesada y la agrupación Espacio. El interés por la sociología y la lenta transformación de las universidades.

Creo que tenemos que darnos tiempo para leer a Sobrevilla, Matos Mar, Flores Galindo, Augusto Salazar Bondy, Víctor Li Carrillo, y preguntarnos si en esa generación contamos también con Antonio Pinilla y la Universidad de Lima, y Walter Peñaloza y La Cantuta. De repente descubrimos que si colocamos a los más conocidos en su estricta perspectiva, la generación cobra nueva interpretación y nuevo horizonte.

Necesitamos reflexionar sobre esto, pero añado una pregunta, que todavía carece de una respuesta clara. ¿Esa generación es el futuro que previó la generación anterior? ¿O es la ruptura, el rechazo total, la negación del pasado y el anuncio de un anhelo todavía no bien fundado (o no bien esclarecido). ¿Qué significó el socialprogresismo de Agurto?

¿Estamos juzgando a esa generación como herederos de sus aciertos y errores, sin advertir que estamos pisándole los talones? ¿Nos sentimos sus herederos y nos creemos capaces de interpretarlos? Hay un tema que siempre me intrigó: si fue la del 50 una generación antichilena, pues no recuerdo testimonios de actitudes que nos lleven a admitirlo.

¿Podemos afirmar que esa generación es responsable de la lenta ideologización que se fue asumiendo en el país, preocupación esencial en los círculos estudiantiles? Lo cierto es que podríamos afirmar que los sistemas educativos se han ido deshumanizando paralelamente en la misma progresión. La enseñanza se ha ideologizado y la utopía política ha logrado desnaturalizar entre nosotros los fines claramente formativos del magisterio. La economía ha logrado maltratar las perspectivas de la gente. La vocación docente ha terminado por convertirse, en muchos lugares, en una triste e inocente metáfora. Ahora que los precios varían un día y otro día, los jóvenes terminan sus estudios secundarios sin saber qué alto grado tiene su porvenir. En el Perú, frente a tanto evidente progreso en áreas diversas, esta no ha sido, desgraciadamente, la hora de la educación. No hemos derrotado al analfabetismo, ni a la enfermedad, ni al hambre. Y por si eso fuera poco, ahora sabemos, ciertamente ruborizados, cómo nos está perturbando el significado de la palabra corrupción.

Con esa generación fuimos muchos los que, frente al frío recibimiento a José María Pemán, ofrecimos entusiasmo espiritual a la presencia de Jorge Guillén y León Felipe, anunciando de ese modo qué valor tenía para todos la vida espiritual. Hoy da pena reconocer que el espíritu es en la escuela una abstracción, y para muchos estudiantes la palabra carece de su antiguo valor. Pero de esa generación del 50 nos queda todavía, felizmente, una palabra concreta que nombra una evidencia de todos los días, un inmenso fragmento de tiempo que abarca los buenos y los malos presentimientos de lo todavía no vivido y lo que resta por vivir.

En suma, creo que debemos analizar rigurosamente cuánto pudo interesar la ideología a esta generación. Creo posible reconocer que en la hora primera de sus intereses políticos hubo gran preocupación por el gobierno y no por el poder. Participar en el gobierno fue más importante que ejercer el mando. Eso explicaría por qué atrajo Belaunde.

Viejas prácticas

NUEVA IZQUIERDA
Por: Francisco Diez Canseco *
Martes 16 de Noviembre del 2010
Fuente: El Comercio

La vieja denominación de izquierda y derecha,emanada de la ubicación de jacobinos y girondinos en la Asamblea francesa de 1789, ha quedado desfasada con los avatares políticos ocurridos desde entonces, especialmente desde la caída del bloque soviético. Si izquierda era sinónimo de cambio, reforma o revolución, entonces está bien claro que en la Rusia postsoviética los comunistas representan la derecha en tanto que los sectores liberales constituirían la izquierda,en un escenario en el que prácticamente se ha retornado a un régimen cesarista.

Durante décadas quedó también deslindada la diferencia y distancia existente entre las izquierdas marxista y democrática,esta última aglutinada en la socialdemocracia europea o a través de movimientos como el Apra que buscan las reformas dentro del sistema democrático,sin recusarlo. La izquierda marxista,organizada inicialmente en las llamadas Ligas Comunistas, esgrimió siempre una posición fundamentalista que ataca el sistema democrático liberal,sostiene la necesidad de un partido único,predica la dictadura del proletariado y la acumulación de la propiedad de bienes y servicios en manos del Estado para una mejor distribución de los mismos.

Como bien describe Milovan Djilas en su libro “La nueva clase”, eso generó la aparición de una nueva casta social –la nomenclatura– que acumuló vastos poderes so pretexto de conducir el Estado a su disolución para crear una sociedad sin clases. Por eso,nunca ha existido un país comunista,salvo en el nombre. Esta utopía provocó la aparición de regímenes totalitarios oprobiosos y sanguinarios,como el de Stalin. De esa vertiente antidemocrática emerge el sinnúmero de pequeños partidos comunistas y socialistas revolucionarios que han poblado la política criolla desde hace unos 80 años. Muchos de sus integrantes formaron después ONG ambientalistas y de defensa de los derechos humanos y emprendieron el camino de lo que se denomina izquierda caviar. El pragmatismo de este neomarxismo no necesariamente lo conduce a afiliarse a la socialdemocracia. Lobbistas eficientes, financiados por la cooperación internacional,si bien han asimilado indispensables prácticas democráticas,en el Perú han puesto en evidencia su vocación totalitaria a través de las redes mediáticas que han logrado tender y en su obsesión por apoderarse de la verdad.

(*) Consejo por la Paz

lunes, 10 de enero de 2011


El Mal Quinquenio de Del Castillo


Aunque aún no se tiene el desenlace de la disputa sobre su candidatura al Congreso de la República, lo cierto es que Jorge del Castillo viene padeciendo las consecuencias de un quinquenio en el que su imagen ha terminado desdibujada.

Durante los dieciseis años previos al inicio del segundo gobierno aprista, Del Castillo había ganado cierto respeto en varios sectores de la opinión pública. Luego de la partida de Alan García al exilio, Del Castillo quedó como el principal dirigente parlamentario aprista y, poco a poco, fue dejando de lado la caricatura de simple escudero de Alan, para tener un peso político propio.

Con García de vuelta, Del Castillo asumió el puesto de número 2 en un partido en el que serlo significa, tarde o temprano, someterse a las iras y celos del líder máximo. Durante los años del gobierno de Toledo, eso se notó cuando AGP impuso una secretaría general colegiada.

Aún así, Del Castillo mantuvo un perfil propio de negociación con el empresariado y como fuente de algunas primicias a algunos periodistas.  Ello, sumado a una imagen más concertadora, le daba una fuerte presencia. Por estas razones fue nombrado como Presidente del Consejo de Ministros al inicio de este gobierno.

Allí comenzaron sus problemas. En abril de 2007, tuvo su primera crisis seria, al nombrar al inhabilitado Alberto Pandolfi como director del Preven, un organismo destinado a la prevención del Fenómeno del Niño (y que vino con licitaciones bajo el brazo). Ese hecho y la cola posterior que tuvo le costó una interpelación.

Ese mismo mes de 2007, Augusto Álvarez Rodrich denunció una campaña de desprestigio armada desde la PCM en la gestión de Del Castillo. Denuncias similares sobre campañas de demolición por parte del ex premier han sido expuestas por Rosa María Palacios, años más tarde. Ambos periodistas, como sabemos, son bastante críticos de este gobierno.

En abril de 2008, este blog presentó evidencia de que RBC, canal entonces vinculado al hijo de Del Castillo, había aumentado sustancialmente su parte en la publicidad estatal de modo súbito. La denuncia mereció que el entonces Premier vaya a dar explicaciones al Congreso, se dieron versiones contradictorias sobre la vinculación del canal con el hijo de JDC y Miguel del Castillo tuvo que dejar su cargo. Casi 3 años después solo cabe añadir que la denuncia jamás fue rebatida. Tan es así que RBC no tuvo publicidad estatal en 2009 y 2010.

Pero el gran baldón para Del Castillo fueron los Petroaudios y toda la batahola que trajeron durante dos años. Marco Sifuentes resumió el tema:
Poco se sabe de cómo es que terminó JDC involucrado en esta historia. Él negó varias veces ser cercano a Rómulo León tan sólo para ser desmentido por audiosfotografías y hasta el hijo de Rómulo confesó que lo llamaba “tío George“, inmortalizando la chapa. El hecho es que Del Castillo terminó metido de cabeza en este asunto.
Según los audios, el tío George no sólo fue quien gestionó el famoso encuentro entre Canáan y Alan García, sino que fue varias veces a la suite del empresario dominicano en el Country e incluso celebró en el Club Nacional (junto a Don Bieto, Rómulo, Arias Schreiber y el resto del clan del faenón) el “retorno de Petroperú a la exploración petrolera”… dos meses antes de que los noruegos ganaran la licitación.
No sólo eso, también les pidió a los ministros Carlos Vallejos, de Salud, y María Zavala, de Justicia, que atendieran a Canáan y escucharan sus ofrecimientos de construir hospitales y cárceles.
¿Cuál era la ganancia del tío George? Varios audios y mails coinciden: apoyo para su campaña presidencial del 2011.
¿Y lo del departamento? Según una investigación de Marco Vásquez de Panorama (y un audio de Don Bieto), Del Castilló intercambió depas con el dueño de Petrolera Monterrico, Julio Vera Gutiérrez, por quien el tío George hizo lobby para que le aprobaran una ley.
Lo más interesante de este caso es el depósito de 180 mil dólares a una cuenta bancaria del tío George desde Suiza por un italiano, Simone Bassi, que supuestamente estaba interesado en el departamento. Sin embargo, el depósito se hizo varios meses después cuando el depa ya era del petrolero y no del aprista. O sea que a Bassi, según la versión de Del Castillo, se le chispotearon 180 mil dólares de puro atolondrado. Ajá. Ya.
Si a todo este panorama, se le suman los distintos intereses de los actores dentro del APRA, descritos bastante bien por Martín Tanaka ayer, se entenderá porqué Del Castillo ha sido el escogido para ser el pararrayos de Mercedes Araoz en materia anticorrupción. Y si bien, como bien describen Carlín y Jorge Bruce, Araoz no sólo debería cuestionar al ex premier - dado que hay varios compañeros que han hecho méritos -, lo cierto es que Del Castillo ha echado por la borda aquella buena imagen que tuvo en algún momento.  Quien sabe si en algún momento llegue a recuperarla.

MAS SOBRE EL TEMA:
Fernando Rospigliosi: El ocaso del Tio George
Augusto Alvarez Rodrich: Meche y Jorge
Aurelio Pastor defiende a Del Castillo en Correo
(Foto: Miguel Mejía, La República)

jueves, 6 de enero de 2011


EL INTELECTUAL Y EL ARTE DE VIVIR

Diciembre 08, 2010
Por Juan Sheput

Cuando leí, hace muchos años, el libro de Ignace Lepp, del cual tomo el título de esta columna, siempre lo relacioné con Mario Vargas Llosa. Eran los tiempos en que leía sus didácticas  Piedras de Toque, en Caretas, cuando en dicha revista se le podía apreciar junto  a  una constelación de plumas, que marcó mi adolescencia.
 
Mario Vargas Llosa, o Mario simplemente,  en virtud de la apropiación que permite la admiración,  es el gran protagonista del año: recibirá en pocas horas el Premio Nobel de Literatura.  Ese hecho, histórico de por sí,  exige un alejamiento de la coyuntura, una reflexión, pues estamos ante un momento singular.
 
He tenido oportunidad de leer el discurso de aceptación de nuestro compatriota.  A diferencia de otros galardonados, Vargas Llosa ha hecho de su texto una magistral pieza de agradecimiento. Desde su infancia, en que reconoce la influencia de la familia, pasando por los grandes autores que despertaron su imaginación, las ciudades que estimularon su creatividad, y el papel de Patricia, su esposa, como cómplice y compañera, Mario reconoce que la hechura de escritor depende en gran parte de la construcción de un hombre, gracias a aquellos que son sus referentes. El suyo no ha sido un texto en el cual se mezquina la participación de otros en su  formación intelectual. El de Mario Vargas Llosa ha sido un texto de reconocimiento, que demuestra, como me decía hace poco Jorge Morelli, que la grandeza es proporcional a la sencillez.
 
Mario está plenamente reconciliado con el Perú, si es que alguna vez se alejó. El país también ha aprendido a ser grato con él. Dejando de lado la peruanísima mezquindad, Mario Vargas Llosa ha recibido honores por todo lo alto. Uno de ellos, hace unos años, de manos de Hugo Neira, maestro y gran bibliotecario, quien tuvo el  acierto de bautizar con el nombre del ahora Premio Nobel, al hermoso Auditorio de la Biblioteca Nacional.
 
Vargas Llosa, gracias a la literatura, se ha convertido en un personaje influyente. La fuerza de sus ideas atraviesa los muros del totalitarismo y las dictaduras. Penetra en los espíritus ávidos de libertad y se convierte  en movilizadora de voluntades. Lo políticamente incorrecto, marchar en contra de la corriente, han sido signos en su vida que le han acarreado más de un problema. Sin embargo ello no ha sido óbice para que él siguiera expresando lo que piensa, dando un ejemplo de intelectualidad y del arte de vivir.   
 
Mario ahora se convierte en el principal estímulo para miles de jóvenes. Al referente hay que complementarlo con la infraestructura y los contenidos que exige una educación pública de calidad, como la que él recibió. Ese será el mejor homenaje que podamos rendir a nuestro querido Premio Nobel.

Gerontosaurios

La República
31 de enero de 2010
Por Rocío Silva Santisteban

Un gerontosaurio no es un animal en extinción. En realidad, es un homus politicus, que debido a la incapacidad o desidia de sus coetáneos, que no contemporáneos, resuelve quedarse en el puesto político que desempeña como líder por los siglos de los siglos. Un gerontosaurio no es un político antiguo ni un setentero necesariamente: un gerontosaurio es alguien que no busca renovar su espacio político ni renovarse personalmente: un ex adolescente militante que vive mirando las luchas anteriores a la Asamblea Constituyente del 79. Alguien que cuando se ve en el espejo espera encontrar al joven barbudo que fue, aun cuando ya no tenga solo entradas sino calvicie franca y redonda. El gerontosaurio es un ser que tiene miedo a la renovación, porque él fue la renovación radical en un momento de su vida, y si para una mujer es complejo aceptar la vejez, para un gerontosaurio es casi un laberinto de intensidades viscosas. Por este motivo muchos gerontosaurios tienen cierta deficiencia de tolerancia a los saurios jóvenes, sobre todo si tienen pasta de líderes.

Yo pensaba que los gerontosaurios eran de izquierda: ¡ahí están tantísimos para demostrarlo! Aquellos líderes que a los 25 años ya militaban y enarbolaban banderas, y eran grandes oradores y hoy, percudidos por la cultura autoritaria, ni siquiera se atreven a escoger a un delfín… Pero estoy completamente equivocada: una ex compañera de la universidad y militante pepecista me comentó que en la derecha peruana el gerontosaurismo llega a niveles peores que en la izquierda: “la misma vejez que opina, organiza, manda, hace caja para sus bolsillos y ¡apaga cualquier intento de renovación!”. ¿Y en el aprismo? Hay manadas de gerontosaurios que alucinan que sus contendores son los “cuarentones” como si esta edad fuera una etapa de la juventud. La verdad que si alguien sostiene que Aurelio Pastor o Carlos Arana son jóvenes, entonces, es un irredento gerontosaurio con briznas de Alzheimer.

Un líder de la tercera edad no es necesariamente un gerontosaurio: por ejemplo Haya de la Torre nunca lo fue. Precisamente porque sabía que lo imprescindible para mantener la política en ebullición es la carne fresca, la mística de los jóvenes, las apuestas por mentes aún no contaminadas por las sumas y restas de los reacomodos electorales. Hoy en día un militante viejo y sabio de izquierda, cuyo nombre no menciono porque estoy segura de que no le va a gustar, pero que para dar ciertas pistas diré que es sociólogo de vocación y no de título e intenta diálogos con los jóvenes permanentemente, es en realidad más muchacho que aquellos que no se enlodan las manos; tiene canas y muchos años a cuestas, pero no pertenece a ninguna familia de reptiles.

Como bien dice el poeta Frido Martin, “el gerontosaurismo es un estado mental”, no una condición temporal. Lo más triste de todo es que hay gerontosaurios-bebés, que con las justas han participado de una asamblea, pero ya llevan las escamas a cuestas y están cambiando por enésima vez de camiseta. Son los más peligrosos.