La República
Vie, 02/07/2010
Por Augusto Álvarez Rodrich
alvarezrodrich@larepublica.com.pe
Dialogar o no dialogar, that is the question.
Un debate interesante –y quizá hasta relevante– se refiere a otro debate cuya conveniencia está en cuestion: cómo enfrentar el desafío ideológico que Sendero Luminoso plantea –al margen de su dimensión actual– a la sociedad peruana y a su sistema político.
Este debate nos retrotrae a otro producido hace tres décadas cuando esta organización terrorista inició su lucha armada que trajo muerte y destrucción y, también, un desafío al sistema político en su conjunto y especialmente a la izquierda.
Esta no llegó a entender el significado real del toro bravo del terrorismo que había salido a la arena política, no supo reaccionar a tiempo, demoró en marcar distancia indudable y, por todo ello, encontró en la aparición de Sendero Luminoso un catalizador del desmoronamiento del que todavía no se recupera.
Pero hoy el debate sobre Sendero es muy diferente al que ocurrió en el Perú hace tres décadas. Para empezar, ya no hay duda de lo que estamos hablando: una terrible amenaza terrorista interesada en volar –ideológica y físicamente– a la sociedad peruana con el fin de imponer sus ideas extremistas.
Asimismo, Sendero Luminoso es hoy muy diferente porque su situación y perspectiva es radicalmente distinta a la de los ochenta pues se encuentra derrotado militar e ideológicamente, y enfrenta una profunda condena social de la inmensa mayoría de la población, no obstante lo cual aún quedan algunas pocas personas con afinidad con sus ideas.
¿Qué hacer frente a ellas? Ese es, precisamente, el centro del debate sobre la conveniencia de debatir o dialogar sobre ideología y acción política con Sendero Luminoso. Lo ideal sería que de esa tarea se hubieran encargado, hace tiempo, los partidos políticos, pero ya se sabe que, en su gran mayoría, estas son, en el Perú, entidades fantasmales que solo hacen ‘bú’ cuando necesitan organizarse para buscar votos. Después, vegetan.
En contra del debate están políticos de los partidos principales, como el congresista Mauricio Mulder, quien hace notar la ingenuidad de polemizar con un dogmatizado que no cree en las palabras sino en la acción directa, y relieva el hecho de la derrota militar e ideológica de Sendero Luminoso.
En la otra orilla, a favor del debate, están posiciones como la de ‘Otra Mirada’, que defiende el dar la lucha ideológica con el fin de prevenir el resurgimiento de Sendero o de otras organizaciones similares.
Es un debate relevante e interesante. Pero para empezar, deberíamos convenir en que no tiene sentido calificar de proterrorista a quien esté a favor de debatir ideológicamente con Sendero, ni de fascista a quien se oponga al mismo.
Combate de ideas
La República
Sáb, 03/07/2010
Por Augusto Álvarez Rodrich
alvarezrodrich@larepublica.com.pe
Columnista invitado en mi columna: Carlos Tapia.
Carlos Tapia tuvo la gentileza de enviarme un comentario a mi columna de ayer (El debate sobre el debate con Sendero) que creo interesante compartirlo –con su autorización– con mis lectores. Aquí va:
1. Con SL no se debate, se le combate en el terreno de las ideas, dentro de la estrategia contrasubversiva. Los debates y diálogos se dan entre fuerzas democráticas; en cambio, el combate ideológico –como parte de la lucha contrasubversiva– busca destruir la voluntad política del adversario. Como tú bien dices, eso es tarea de los partidos democráticos. No de la Dircote o de las FF.AA. Te cuento que cuando las FF.AA. en Ayacucho empezaron la campaña psicosocial contra SL, allá por los 80, en las zonas rurales pintaban ‘Presidente Gonzalo... Maricón’.
2. Al senderismo hay que acercarlo a la realidad, contrastarlo con ella. Por eso, es una estupidez tenerlos aislados del mundo real, por ejemplo, como fue en la prisión durante los primeros años ya que acorazaron su ideología gritando “Viva Gonzalo”. Mucho mejor hubiera sido mostrarles videos de la actual China.
3. Ellos siempre trabajan en Frente Único, es decir, públicamente. Por ejemplo, antes crearon el MOTCE (movimiento de trabajadores clasistas y no sé qué más). Como era en la época en que te mataban si discrepabas con ellos, no se podía combatirlos frontalmente sino con las armas del Estado. Pero ahora es diferente.
4. “El Movimiento a favor de la amnistía y defensa de los derechos fundamentales” no es una cosa improvisada, su nacimiento es producto de una aguda lucha interna maoísta que comenzó con el pedido del Acuerdo de Paz... Y sentar las bases para el segundo Congreso, en octubre de 1993. En eso Vladimiro Montesinos ayudó a Abimael Guzmán, y desde el año 2000 continúan con “resolver políticamente los problemas derivados de la guerra”, amnistía incluida. Ahora, el famoso Congreso quieren hacerlo en noviembre del 2010, utilizando de cubierta el famoso movimiento a favor de la amnistía.
5. A su interior hay dos posiciones: a) Los recalcitrantes que dicen que ‘por ahora’ no hay condiciones para la lucha armada, y que habría que esperar la próxima ola de la revolución mundial, para lo que habría que estar preparados (el cobarde de Guzmán lo manda a Crespo y Fajardo para eso); b) Pero hay otra posición que quiere pasar a la política incruenta (sin sangre) y que pone por ejemplo a los maoístas de Nepal.
6. Por eso, no asumir la responsabilidad de combatirlos ideológicamente, justo en estos momentos de debilidad, es un grave error de los politiqueros de siempre. Que condenen la lucha armada para siempre como lo hizo el M-19 en Colombia y que acepten su derrota ideológica, al participar en las elecciones.