miércoles, 11 de julio de 2012


Gonzalo vs Gonzalo


Fuente La República del Perú
04 de julio de 2012
EDITORIAL
La intolerancia incruenta de Sendero Luminoso.
Si viviéramos en los años ochenta, los senderistas que irrumpieron hace días en la presentación de un libro del sociólogo Gonzalo Portocarrero le habrían descerrajado varios balazos para resolver así una discusión política académica. Como Sendero Luminoso está derrotado, sus militantes que actúan bajo el paraguas del MOVADEF (Movimiento  por Amnistía y Derechos Fundamentales) irrumpieron, interrumpieron, vociferaron, denostaron, boicotearon y se fueron. Los hechos ahora son distintos al sangriento pasado; la discrepancia no ha sido saldada con sangre y muerte como les ocurrió a decenas de profesores universitarios y a líderes sociales como Martha Moyano o Pascuala Rosado.
La cultura senderista, sin embargo, es la misma, intolerante, violenta e incapaz de sostener un debate con argumentos conceptuales. En su cultura, el oponente no es objeto de intercambio de razones sino eliminado o impedido de exponer sus puntos de vista. En las universidades donde el senderismo incursionó en los años ochenta, los oponentes eran cubiertos con pintura, rapados y paseados seguidos de un vociferante grupo. Con ellos, las huestes del “Presidente Gonzalo” no debatían sino los reprimían y escarmentaban.
Los senderistas irrumpieron en el acto de presentación del libro de Portocarrero Profetas del odio: raíces culturales y liderazgo de Sendero Luminoso que aborda, precisamente, los entretelones de la cultura senderista, develando su precariedad doctrinaria que dista mucho del alto grado de sujeción de las huestes respecto de Abimael Guzmán. A los senderistas debe haberles molestado mucho que Portocarrero descubriera en esa religiosidad absurda una relación desigual entre la entrega de los terroristas y la actitud desdeñosa del cabecilla.
Es paradójico que los senderistas irrumpieran en el acto demandando reconciliación. En ellos, esa reconciliación no es tal, sino solo una trampa. La Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) definió esta como la toma de conciencia de parte de los actores de la magnitud del daño causado a nuestra sociedad y la toma de su responsabilidad aun cuando esta pueda y deba diferenciarse por grados. Según la CVR, debemos reconocer la naturaleza ética del compromiso por la reconciliación, admitiendo que las cosas pudieron ocurrir de otra manera y que muchos no hicimos lo suficiente para que así fuese.
Los senderistas vestidos o no con el disfraz del MOVADEF se resisten a la reconciliación; no han ensayado ningún análisis autocrítico sobre el baño de sangre que impulsaron. Su prédica de paz y de “solución política” no es ética; es una coartada para la impunidad de sus crímenes; no constituye un acercamiento al dolor del país y al sufrimiento de las víctimas sino una táctica para la libertad de sus líderes. Derrotados por el Estado se vuelven contra él sin armas para evitar pagar las consecuencias de sus actos. Es el mismo SL aunque ahora no acribille a sus oponentes.
Por esa razón sigue siendo válida la lucha por la memoria, la recuperación de los hechos y del contexto para evitar que se interprete como una gesta heroica y justiciera lo que fue una arremetida violenta y sanguinaria a la sociedad en nombre de los pobres. Esa memoria no solo le sirve a la sociedad como lección; también a los jóvenes seducidos, a quienes les pretenden contar otra historia.

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