viernes, 26 de marzo de 2010


COMPROMISO POLÍTICO Y CIENCIAS SOCIALES

20 de febrero de 2010

Gonzalo Gamio Gehri
Blog de Gonzalo Gamio

Quería retomar este tema más adelante – luego de una reflexión larga y pausada, concentrando estrictamente mi atención en la filosofía del conocimiento –, pero me ha sorprendido gratamente la discusión que se ha desencadenado en los últimos días. Me parece una gran cosa que haya podido generarse un debate epistemológico y político sobre la objetividad y las ciencias sociales. Aunque algunos textos, publicados en blogs y en la prensa, han empleado un lenguaje considerablemente endurecido y confrontacional, creo que describir esta polémica como una “gresca” en la que hay que tomar partido por razones de afinidad resulta francamente ridículo. En todo caso, de lo que se trata es de retomar el hilo argumentativo del debate, para que sea provechoso para todos.

El interlocutor principal de este intercambio es Martín Tanaka, sin duda uno de los más importantes politólogos del Perú. He dicho muchas veces que admiro su honestidad intelectual, así como su tenacidad y generosa disposición para que las razones se vayan abriendo paso incluso en momentos en que las pasiones del alma enturbian el diálogo. A pesar de que defiende una epistemología “dura” para su disciplina, Tanaka jamás cae en la pose fácil y vana de mofarse de otras corrientes de investigación social, como los “estudios culturales” y el postmodernismo, sólo porque promueven otra clase de métodos y vocabulario. Tanaka respeta a sus colegas y valora las diversas formas de conocimiento, más allá de la teoría que cultiva. Cuando polemiza, lo hace con seriedad, valorando los argumentos del oponente, sin caer en la caricatura, la frivolidad y el sarcasmo que ocultan a menudo la simple y llana carencia de buenas razones e información de calidad. Muchos de sus adversarios y adherentes en esta discusión deberían aprender de su ejemplo.

Tengo una posición en torno a este asunto. Considero que el modelo de ciencia social que suscibe Tanaka acusa una excesiva influencia del positivismo, y que eso lo lleva a asumir una idea del sujeto epistémico como un espectador imparcial privilegiado, que ha logrado trascender con éxito el lastre de su arraigo histórico-cultural y el círculo de sus intereses y presuposiciones. Me da la impresión que esa epistemología no siempre está formulada expresamente, pero se re-vela parcialmente cuando afirma que es posible y deseable separar el ser y el deber ser en el estudio del fenómeno político, cuando sugiere que debemos construir una “mirada neutral” sobre la realidad social (incluso postulada como télos), o cuando sostiene que la teoría de la rational choice constituye una perspectiva nuclear en la tradición disciplinar de la ciencia política. Creo que esta teoría – pienso, p.e., Posner y sus investigaciones en temas de justicia – simplifica gravemente los móviles que llevan a los agentes a elegir cursos de acción y asume una visión unilateral de la racionalidad. En este punto, me siento más cerca de la posición desarrollada por Nelson Manrique, que considera que el científico social es un agente inscrito en un mundo circundante intuitivo que torna más rigurosa su concepción en la medida en que es capaz de explicitar y criticar sus pre-juicios, contrastarlos con las nuevas lecturas del fenómeno estudiado, así como confrontarlos con argumentos rivales.

Prometo escribir muy pronto acerca de la cuestionable separación entre ser y deber ser (el célebre cuarto dogma del empirismo), que en gran medida es la madre del cordero en esta discusión teórica. Sólo quisiera decir algo sobre el tema de la supuesta oposición entre el científico social y el militante (o el ciudadano). El conocimiento es una práctica social, y el científico es un actor social que no pone entre paréntesis todas sus categorías, creencias y aspiraciones cuando observa / explica el mundo que lo circunda. A veces Tanaka describe al militante como un devoto fanático que no está dispuesto a sacrificar sus dogmas así contemos con explicaciones más razonables de la realidad circundante. En contraste, el científico social parece un observador libre de ideologías, entregado completamente a los “hechos”:
“¿Qué distingue a los militantes y activistas de los científicos sociales? Los primeros deben dar buenas razones a favor de las causas que defienden, y desarmar argumentos contrarios a las mismas; considero que un científico social debe más bien intentar explicar por qué las cosas son como son, estar siempre abierto a que la realidad no se ajuste a sus preferencias, deseos o hipótesis, y dar cuenta de ello.”


Tanaka describe las concepciones políticas como auténticas vendas que impiden tomar contacto con la realidad, y no sistemas de pensamiento abiertos a la crítica que podrían ayudarnos a des-cubrir nuevos aspectos del mundo. La analogía religiosa – profundamente comteana – parece operar aquí, en la sombra; la cita aparentemente sugiere que la suscripción de un ideario político bloquea o pone en peligro el cuidado del principio de lucidez. Hay que agregar que esta entrega a los “hechos” (a las cosas que son como son) ha sido interpretada como una profesión de fe de cierto “conservadurismo” que se inclina ante el orden social vigente. Se trata de una insinuación fundamentalmente retórica. Para enunciar un juicio como ese (con el debido) rigor necesitamos más ‘datos’, por así decirlo. Tanaka sugiere que la ciencia política se ocupa de lo que es. Necesitamos saber si ese imperfecto “conocimiento objetivo” (dado que la objetividad es una “quimera” - véase en este blog alemán un agudo análisis de esta tesis) está al servicio de alguna forma de transformación social o si se trata de la exclusiva observación científica de lo existente.

Nada más por ahora. Volveré con lo del "ser" / “deber ser”.

Actualización:

En este post, Stanislao Maldonado me acusa de caricaturizar el positivismo. Sin embargo, su objeción tiene dos debilidades claras: 1) Olvida que lo que estoy haciendo expresamente es criticar el 'positivismo clásico' (comteano) implícito en la perspectiva de Tanaka; 2) El propio Maldonado confunde el positivismo con otras corrientes epistemológicas, como el racionalismo crítico / falsacionismo - que es antipositivista en diversos sentidos - (Karl Popper, Hans Albert, Imre Lakatos) y el cientificismo de Bunge. Estas confusiones y este evidente descuido conceptual del administrador del blog Asesinato Al Margen me llevan a pensar que es posible volver contra Maldonado su extraño argumento de la simplificación conceptual.

Publicado por Gonzalo Gamio

Llama la atención el carácter maniqueo del contraste planteado. Hasta donde yo sé, todos los seres humanos tendríamos que estar dispuestos a comprender rigurosamente aquellas situaciones en las que “la realidad no se ajusta a sus preferencias, deseos o hipótesis”. Esa es una gran lección de la vida ordinaria y un principio básico para la ética (llamémoslo principio de lucidez). Recurrimos a él cuando examinamos nuestra billetera en el momento en que vamos a elegir un menú en un restaurante; también lo invocamos cuando tenemos que decidir si mantener o no nuestras creencias religiosas, o cuando meditamos acerca de si es pertinente preservar nuestros vínculos con determinadas asociaciones. Lo que quiero decir es que es un principio orientador que atraviesa nuestra existencia entera, y no sólo aquella parte de nuestra vida dedicada a la producción de conocimiento científico o a la actividad política. La realidad suele ser más amplia que nuestros esquemas (eso no significa que esa amplia realidad no sea realidad-interpretada). La descripción que Tanaka hace del militante / ciudadano puede resultar excesivamente simplificadora (ver la interesante crítica de Carlos Mejía sobre este punto).

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