domingo, 21 de marzo de 2010


Sobre ideología, compromiso intelectual y ciencias sociales

20 de febrero de 2010

Por Stanislao Maldonado
Asesinato al margen

Desde hace unas semanas se viene desarrollando un debate interesante, en algunas columnas de opinión y blogs, sobre la objetividad de las ciencias sociales en el país. Todo surge a partir del compromiso asumido por algunos intelectuales de izquierda del país (Alberto Adrianzen, Sinesio Lopez, Nicolas Lynch, entre otros) con la candidatura de Ollanta Humala. El manifiesto se puede leer aquí:

http://albertoadrianzen.lamula.pe/2010/01/18/intelectuales-peruanos-apoyan-candidatura-presidencial-de-ollanta-humala/

Conciliar el compromiso político con el ejercicio intelectual no tendría que ser problemático en tanto se admita que ambas actividades están sometidas a reglas de distintas naturaleza. Por esa razón, es que tengo la impresión que en buena medida el debate sobre el tema de las “objetividad” en las ciencias sociales –por lo menos, en la forma que lo viene desarrollando parte de los participantes está mal planteado: no se trata de reclamar “objetividad” al intelectual y/u obligarlo a declarar sus preferencias políticas. La objetividad no consiste en reclamarle a el intelectual imparcialidad frente a su objeto de estudio. Tampoco es el resultado de un atributo individidual. La objetividad deviene de una academia conformada por intelectuales que se someten al rigor de la crítica científica y que exponen los supuestos de sus análisis. O, para ponerlo en términos de Imre Lakatos, depende de la competencia entre programas de investigación y su interacción con la realidad.

Me explico con un ejemplo. Un lugar común entre los intelectuales de izquierda, es señalar que el modelo neoliberal ha acentuado la desigualdad en el país. Como ciudadanos, tienen el derecho a sostener esa idea, pero el ejercicio intelectual y la práctica científica exigen que sometan la hipótesis sobre el incremento de la desigualdad al test empírico. Es decir, no bastan las creencias y las impresiones, es necesario documentar el hecho empírico bajo estudio. Para ello, tendrían que proveer evidencia solida de que los datos de la realidad no refutan esta hipótesis.

Es importante notar que la ideología de los intelectuales nada tiene que ver con la objetividad del conocimiento científico. Como bien nota Lakatos, las ideologías y creencias de los investigadores son parte de la práctica científica. En el esquema de Lakatos, la ideología y las preferencias de los investigadores de un determinado programa de investigación forma parte de lo que él denomina el “núcleo”. La ideología define cuales son las preferencias respecto a los temas de investigación así como el desarrollo de ciertas hipótesis sobre la realidad. Así por ejemplo, los académicos de izquierda tienen la creencia de que el capitalismo es inherente desigualador y excluyente. Hasta aquí todo bien.

Siguiendo a Lakatos, uno podría decir que la objetividad viene por el hecho de que no solo hay académicos de izquierda en la academia. Existen académicos con otras opciones teóricas, ideológicas y metodológicas que pueden proveer una explicación alternativa a la sugerida por los académicos de izquierda, y es el resultado de esa competencia entre visiones distintas las que determinan la objetividad de un campo del conocimiento. Así, en el ejemplo de la desigualdad, existen académicos que sugerirían que en realidad no hay evidencia de que el modelo neoliberal sea inherentemente desigualador. Por esa razón, dentro del enfoque de Lakatos, la evolución del conocimiento científico es el resultado de la competencia entre programas de investigación y su interacción con los datos de la realidad.

El problema a mi entender, no es que los académicos traten de ser políticamente asépticos y/o que traten de ser objetivos a nivel individual. El asunto parte por seguir ciertas reglas en la práctica científica que exige que sometan sus teorías, modelos y datos al escrutinio de la comunidad científica. Esa es una práctica, que por ejemplo, exigen ahora los journals académicos en economía, los cuales piden que, para poder publicar un artículo, al autor debe entregar los datos y los códigos de programación utilizados para generar los resultados del estudio de modo tal que cualquiera pueda replicar los resultados y eventualmente someterlos a critica. Entonces, la objetividad no es un atributo personal del investigador; es el resultado de haber sometido sus trabajos al escrutinio de sus colegas, sean cuales sean las preferencias ideológicas que estos tengan. Por eso importante la existencia de una academia competitiva, como he insistido en otros posts.

Por esta razón, creo que el debate ha estado mal planteado precisamente por la ausencia de una buena epistemología. En su artículo en la Republica, Nelson Manrique se pregunta:

“¿Es imposible entonces la objetividad? En las CCSS podemos hablar más bien de grados de objetividad, que pueden ser mayores en la medida en que seamos capaces de poner bajo control nuestros sesgos conscientes e inconscientes. La paradoja es que suele ser más objetivo quien es capaz de poner sus sesgos sobre la mesa en comparación con aquel que ingenuamente cree que no los tiene y que, al no reconocerlos, no puede controlarlos.”

http://www.larepublica.pe/node/244968

Es claro que hay una confusión en tanto la objetividad se define en función a la habilidad del investigador para controlar sus “sesgos conscientes e inconscientes”. Paradójicamente, casi al final de su artículo el autor se vuelva “lakatosoniano” al decir:

“La ciencia, por otra parte, se construye en la confrontación de ideas y esta suele desarrollarse mejor cuando quienes participan en el debate son conscientes de sus sesgos y opciones ideológicas.”

Un argumento similar sobre la objetividad, puede verse en este post de Martin Tanaka:

“Estoy totalmente de acuerdo con que el "conocimiento objetivo" es una quimera; pero la conclusión que debemos sacar de ello es que precisamente por eso en la investigación debemos esforzarnos al máximo por ser rigurosos y por seguir un método, de modo que nuestros planteamientos estén bien fundamentados, evalúen los temas de estudio con criterios y unidades de medida justas, se sostengan en evidencia recogida sin sesgos, siguiendo un protocolo, y sean verificables, contrastables, falsificables, sometibles a crítica, es decir, esforzarnos por reducir lo más posible el margen para la subjetividad y la arbitrariedad. Aún así, debemos siempre ser humildes, porque nunca lograremos evitar del todo sesgos, supuestos no examinados, escapar de múltiples determinaciones sociales, epistemológicas. El problema es transmitir el mensaje de que, como la objetividad no existe, solo existe la subjetividad, y por lo tanto todos estamos autorizados a decir lo que nos de la gana y a defender aquello en lo que creemos sin ningún control. Mi experiencia personal es que, aunque parezca exagerado, este riesgo es mucho más grande de lo que uno supondría en nuestras ciencias sociales.”

http://martintanaka.blogspot.com/2010/02/objetividad-y-ciencias-sociales.html

Tengo la impresión que el texto de Martin hay una confusión entre rigor y objetividad. Permítanme un ejemplo personal para ilustrar mi punto. Cuando empecé a estudiar el tema de igualdad de oportunidades, mi interés era resolver una inquietud personal. Quería entender por qué algunas personan progresan y superan la pobreza mientras que otros fracasan en el intento. Mi propia experiencia personal me llevaba a estudiar este tema y, obviamente, influenció mi forma de abordar el problema de estudio y a generar hipótesis de partida. Buena parte de la academia progresista del país tiende a argumentar que son condiciones estructurales y factores fuera del control de las personas las que determinan el logro individual, mientras que en lo personal me parecía que –siendo cierto lo anterior- se subestimaba el rol que tiene el esfuerzo personal para superar la pobreza. Esto que digo, es completamente subjetivo: era mi experiencia personal, la experiencia de venir de una familia de obreros y de haber crecido en un barrio pobre, y a pesar de ello estar avanzando. Era esa experiencia la que me daba una hipótesis a testear.

Ahora, el ser subjetivo con el tema no significa que no se pueda ser riguroso. En ese estudio utilizamos las mejores fuentes de información disponibles (señalando sus problemas) e hicimos un esfuerzo por señalar las limitaciones e indicar los supuestos del análisis. Documentamos las estrategias de medición que utilizamos y nos aseguramos que los resultados sean robustos a cambios a las especificaciones empíricas. Hicimos una revisión de la literatura que incorporaba la mayor parte de lo producido sobre el tema en el país. Las conclusiones se basaron en lo que era posible decir y cuando no fue totalmente posible tratamos de hacer explicito la fuente utilizada. Eso no significa que no haya errores, lo cual siempre es posible.

Sin embargo, lo central a mi entender es que estudios posteriores han encontrado evidencia que es consistente con los resultados centrales de nuestra investigación. En aquel estudio, indicábamos que la desigualdad había venido reduciéndose en el país. Estudios recientes para diverso países de la región están encontrado que la desigualdad se está reduciendo. Ver por ejemplo:

“The recent decline of inequality in Latin America: Argentina, Brazil, Mexico and Peru” de Luis Calva y Nora Lustig

http://www.ecineq.org/milano/WP/ECINEQ2009-140.pdf

Entonces, la objetividad no viene porque no hayamos podido controlar nuestros prejuicios y valores sobre el tema bajo análisis, sino porque hay otra gente allá fuera interesada –con diferentes experiencias, valores e ideologías- que están encontrando resultados similares a los nuestros y sometiéndolos a crítica. Por esa razón, creo que mientras el rigor es un atributo exigible al investigador en una comunidad científica, ello no tiene que ver con la objetividad. Un investigador puede tener las preferencias políticas que desee, pero a la hora de presentar los resultados de sus investigaciones a sus colegas tendrá que demostrar que ha sido riguroso y metódico, y someterse a la crítica de la comunidad académica.

Así, mientras estoy de acuerdo que es imposible exigirle a un investigador social objetividad, estoy desacuerdo con la idea de que la objetividad del conocimiento social no es posible. Con ello no quiero decir que ello sea una tarea sencilla. A mi entender, el problema con los intelectuales que apoyan a Humala no es que no sean objetivos. El problema es que no son rigurosos en la medida que su análisis sobre los problemas de la sociedad dista de ser consistente con los datos básicos de la realidad, como he escrito extensamente en este blog.

El problema entonces no es tener una ideología determinada. El problema es cuando, por razones ideológicas, ciertos intelectuales se resisten a mirar los datos de la realidad. Y para eso, no hay epistemología que valga.

MAS SOBRE EL TEMA
http://martintanaka.blogspot.com/2010/02/objetividad-y-ciencias-sociales-2.html

http://martintanaka.blogspot.com/2010/02/objetividad-y-ciencias-sociales-3.html

http://gonzalogamio.blogspot.com/2010/01/sobre-la-objetividad-y-la-ciencia.html

http://grancomboclub.com/2010/02/militancia-y-ciencia-social.html

http://www.larepublica.pe/delito-de-opinion/16/02/2010/el-compromiso-intelectual

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