viernes, 26 de marzo de 2010


"Objetividad" y ciencias sociales (3)

jueves 18 de febrero de 2010
Por Martín Tanaka
Blog Virtú e Fortuna

La verdad es que no me imaginé que unos comentarios sueltos sobre la objetividad y las ciencias sociales generarían tanta atención. Ver:
Manifiesto por la gran transformación
Objetividad y ciencias sociales
Objetividad y ciencias sociales 2
De los principios a las políticas

Y tres comentarios recientes, coincidentemente aparecidos el martes 16 pasado:
El compromiso intelectual
Mar, 16/02/2010 - Nicolás Lynch
Matar a la madre
César Hildebrandt - La Primera
Militancia y ciencia social
Carlos Mejia 16-02-2010

A ver. En general, trato siempre de evitar la personalización del debate, y concentrarme en temas de interés general. Lo que interesa son las ideas, las posiciones, no las personas, y esto me incluye a mí, por supuesto. Sobre las personas solamente diré que respeto y aprecio a Hildebrandt, Lynch y Mejía, que me parecen personas muy valiosas, más allá de las discrepancias que podamos tener. En cuanto a mí, me parece que mis preferencias políticas personales no son de interés general, cada quién es libre de elegir dónde se ubica y dónde ubica a los demás. Sí quisiera aclarar que no pretendo presentarme como árbitro de nada ni como abanderado de una "objetividad" que, ya lo he dicho varias veces antes, es una quimera imposible de alcanzar. En efecto, todos tenemos sesgos, preferencias, rechazos, etc., imposibles de controlar del todo. Y no me parece que ser conservador sea bueno o malo, como tampoco tiene nada de bueno o malo de por sí ser liberal, o aprista, o comunista o cualquier cosa que uno quiera ser; tampoco me parece que sea necesariamente bueno o malo militar o no militar en un partido, ser un intelectual comprometido o un intelectual no comprometido, mientras se respete el derecho de los demás a decidir lo que mejor les parezca. Cada opción tiene sus alcances y límites, como todo en la vida. Y si no hago explícitas mis opciones políticas es simplemente porque no las tengo claras yo mismo, no porque las quiera ocultar.

[ACTUALIZACIÓN: algo he comentado antes sobre mis definiciones políticas personales. Ver:
La búsqueda del presente de Octavio Paz
Sobre definiciones políticas

Pasemos mejor a cosas de interés general. Carlos Mejía (también Nicolás Lynch) plantea el tema de la tensión, que no incompatibilidad, entre reflexión académica y militancia partidaria. De esa tensión hay que ser concientes, y hay que saber manejarla. Ya he escrito anteriormente que: "(...) el que sea difícil para un académico o intelectual hacer política no significa que no pueda o deba hacerla, en tanto es un ciudadano como cualquier otro. Es más, en un país como el Perú, con un nocivo discurso antipolítico tan fuerte, es bueno que los ciudadanos asuman compromisos políticos. El asunto es saber que se trata de un paso muy problemático, tanto para ser eficaz en lo político como riguroso en lo académico".

Manifiesto por la gran transformación

Hay algunos ejemplos de combinación exitosa; y muchos ejemplos en los que los académicos- políticos terminan siendo sesgados e ideológicos como académicos, e ineficaces como políticos. Es decir, por querer hacer las dos cosas, no terminas haciendo nada bien. En nuestro país, me parece claro que tenemos pocos casos de combinaciones exitosas, y muchas de combinaciones desafortunadas. Venimos de una tradición de excesiva politización, partidarización e ideologización de la academia. La clave es que un militante sea capaz de aceptar la realidad tal cual es, a pesar de que en ocasiones vaya en contra de los intereses de su causa, y que el académico entienda que hacer política con eficacia pasa necesariamente por hacer concesiones, transacciones y arreglos que pueden entrar en tensión con los principios generales que lo motivan a militar en un partido.

Otro tema es el supuesto carácter conservador de la discusión sobre la gobernabilidad. Quisiera poner en cuestión esa asociación. La temática tuvo un origen conservador en los años setenta, pero han pasado más de treinta años y ahora la discusión va por otros lados. Uno puede perfectamente preguntarse por los muchos problemas de gobernabilidad que genera el mantenimiento del statu quo, y plantear la necesidad de cambios profundos. Sobre el tema en general recomiendo ver el clásico The Crisis of Democracy (Crozier, Huntington, Watanuki, 1975) y Gobernabilidad y democracia (2001), de Antonio Camou, entre muchos otros:
The Crisis of Democracy - Michel Crozier, Samuel Huntington, Joji Watanuki

Finalmente, Mejía plantea una discusión que yo resumiría en la máxima marxista de que "el ser social determina la conciencia", que pretende aplicar al trabajo académico. Partiendo de esa noción hay dos caminos. Uno me parece muy productivo, y lleva a explorar las complejas relaciones entre academia y sociedad, los condicionamientos históricos, económicos, políticos, internacionales, de la labor intelectual, el papel que juegan el Estado, la política, las fuentes de cooperación internacional, etc. Evidentemente, la academia no es una isla, y es sometible a un análisis crítico. Pierre Bourdieu tiene cosas interesantes al respecto, por ejemplo (ver Homo Academicus, 1988). En nuestro medio no hay mucho, lamentablemente, más allá de los varios libros de Osmar Gonzales y un par de libros editados por Alberto Adrianzén en DESCO sobre pensamiento político peruano. Más estudios serios sobre estos temas serían muy bienvenidos. Ver Gonzales, Osmar, Señales sin respuesta. Los Zorros y el pensamiento socialista en el Perú, 1968-1989 (Lima: PREAL, 1999); Adrianzén, Alberto, ed., Pensamiento político peruano, 1930-1968 (Lima, DESCO, 1990); y Adrianzén, Alberto, ed., Pensamiento político peruano (Lima, DESCO, 1987). También Sánchez, Juan Martín: El Instituto de Estudios Peruanos. De la ambición teórica de los años sesenta al estupor fáctico ante el fujimorismo. Lima, Instituto de Estudios Peruanos, 2002. Documento de trabajo nº 123. Disponible en:
Documento de trabajo del Instituto de Estudios Peruanos

Otro camino, menos productivo, es el que sigue Mejía, basándose me parece en una lógica determinista, según la cual las condiciones de reproducción determinan las formas de pensamiento, siguiendo una lógica muy mecánica de defensa de intereses. Esta noción ha sido ampliamente criticada en las ciencias sociales en general por no reconocer la autonomía de lo político y de otras esferas respecto a la esfera social. Cuando se aplica al análisis de las clases sociales, es razonable pensar que si las cosas van bien, quisieras que continúen y mejoren; y si van mal, que cambien. Sin embargo, puede haber mucho margen de controversia [en torno a con qué criterio se mide la buena o mala marcha de las cosas], qué significa "continuidad" y "cambio", y cuáles serían las mejores vías para lograr cada una de esas metas. Esto se ubica en el terreno de la construcción política, que no es deducible de la social. Y los problemas de la noción determinista de que el ser social determina la conciencia se hacen mucho mayores cuando se estudia la academia, un ámbito que precisamente se precia de ser autónomo, de regirse por reglas propias. Esto hace que los condicionantes sociales, que existen, nunca sean tan directos y claros, y que haya que hilar muy fino en el análisis, como vimos más arriba.

Llegados a este punto, ya que este blog aspira a ser leído por estudiantes de ciencias sociales, que suelen estar legítimamente preocupados por su inserción en el mercado laboral y su ejercicio profesional, me parece muy importante levantar un cargo hecho por Mejía: el de la determinación de las fuentes de financiamiento sobre los contenidos de la investigación social. Diré que hay dos grandes tipos de relación entre fuentes de financiamiento e investigación: de un lado tenemos instituciones serias, que funcionan sobre la base de consejos directivos y comités consultivos autónomos, que siguen declaraciones de principios explícitos y transparentes, que asignan fondos mediante concursos sobre temas relevantes, pertinentes, con reglas claras y jurados competentes, regidos por consideraciones académicas y términos de referencia precisos, que garantizan la independencia y autonomía de tu trabajo. Y del otro lado tenemos los casos que presenta Mejía: un estudio del efecto del tabaco financiado por tabacaleras, un estudio sobre el carácter abortivo de la AOE pagado por Vaticano. Aquí no se cumplen las condiciones que mencioné anteriormente. En esos casos, diría que un académico serio no debería involucrarse, porque su independencia y autonomía estarían comprometidas.

En general, yo diría que mientras los concursos de proyectos y consultorías sean dirigidos por entidades y personas serias, que garanticen la independencia y autonomía de tu trabajo, mientras este sea evaluado según consideraciones académicas y términos de referencia precisos, y mientras se trate de temas relevantes, todo está bien. Si sientes que esa independencia y autonomía están comprometidas, si la institución no es confiable, si el tema es tendencioso o sesgado, pues no te presentes. Y si es que pensaste que había condiciones adecuadas, y en medio del proceso de investigación recibes presiones indebidas, pues denúncialas.

Este post ya está muy largo, así que en la próxima sigo con el texto de Lynch.
Comentarios:
Martín dijo...
Jason:
la verdad es que no entiendo bien sus preguntas. Diré simplemente que la ideología es una cosa y la investigación empírica es otra. De la ideología cabría decir algo como "de gustibus non est disputandum". Cada quien tiene todo el derecho de tener la ideología que le plazca. Por el contrario, en la investigación, uno debe desarrollar una metodología que te permita sustentar las conclusiones a las que llegues, cualquiera sean estas.

Anónimo dijo...

El problema es que das a entender que los académicos-militantes confunden su "ideología"con la "realidad",cuando para muchos de nosotros tu presentas sesgos claros de las personas que están en el "area" socaildemocrata".

Cuando criticas a Sinesio Lopez por su visión de lo que entiende por derecha, lo haces pensando en un tipo de derecha que para nosotros no existe.Para ti su vision es una caricatura porque estas en el area socialdemocrata, para nosotro es una realidad... no somos locos ni brutos.

Martín dijo...

Anónimo: todos tenemos sesgos. Es inevitable. No es un tema de locura o brutez. Precisamente por eso es que hay que esforzarse en las ciencias sociales en trabajar siguiendo metodologías que ayuden a controlarlas.

La mención a López proviene de este texto de Gonzalo Gamio: Separar y Reunir

Precisamente, el post de Gamio es un buen ejemplo de cómo, al analizar algo, es útil definir bien, establecer distinciones, evitar confusiones y caricaturas. Saludos.

Anónimo dijo...
Hola Martín
Creo que algo que se está perdiendo en el debate es la referencia a textos concretos donde tal vez sea más claro los costos de una investigación ideologizada. Es posible que una sólida posiciòn ideológica vea el mundo de una manera y que una rigurosa investigaciòn muestre que el mundo coincide con nuestra visiòn de las cosas. Y es posible que el militante sea objetivo en su análisis de la realidad y la coyuntura.

Pero creo que eso es lo que no ha sido común en el Perú, ni en nuestra comunidad de ciencias sociales. Obvio, la objetividad es una quimera, pero cuando la ideologìa se cuela por todos lados al observar la realidad, creo que tu receta de intentar cuestionar nuestros argumentos a fondo y contrastar explicaciones alternativas es el mejor remedio contra la mala producción académica. Me gustan más los trabajos donde los autores son como héroes medio trágicos: reportan resultados y conclusiones que contrastan con sus creencias y deseos. Por sus libros los conocereis...
Saludos,

Anónimo dijo...
Estimado Profesor Tanaka,
Lei cuidadosamente el texto y los comentarios que Carlos Mejia hizo en su blog sobre el debate en torno a la objetividad del investigador, y lo que pude notar es una contradicción evidente entre su forma de asumir su faceta de militante y de intelectual.

En su blog le hice un comentario, que inmediatamente transcribo, un poco por pereza y otro por falta de tiempo debido a que es muy tarde y todavia tengo mucho que leer:

"El problema con relativizar el compromiso de neutralidad en materia de investigación, es que se tiende igualmente a relativizar las pruebas empíricas sobre las que se construyen los edificios intelectuales.

Así, en su post 6 usted manifiesta que más allá de la adscripción o no de un intelectual al modelo neoliberal, lo que importa es la fría estadística que señala que los asalariados urbanos han perdido su poder de compra durante los últimos años. Lo interesante es que le asigna a los números un valor probatorio, cuando es evidente que la evidencia estadística es altamente manipulable, especialmente cuando se quiere construir un argumento contra todo un sistema económico en funcion a una sola variable. Allí radica esencialmente la diferencia entre un militante y un científico social: el militante utiliza la cifra como un arma de convencimiento para justificar la validez de su modelo político, mientras que el científico social se pregunta como entender esa misma variable estadística dentro de un marco mas amplio de estudio de la sociedad"

Martín dijo...
Jason:
la pregunta me da la oportunidad para insistir en que en las ciencias sociales deberíamos tener menos discusiones abstractas y más investigación empírica. Respecto al tema que propones, ¿cómo será? Dejemos de debatir en el aire y hagamos una investigación. Construyamos una muestra significativa; preguntémosle a la gente sobre sus condiciones estructurales; preguntémosle sobre sus preferencias ideológicas; y veamos si hay correlación entre ideología y estructura.

Todas las encuestas suelen tener información socio-demográfica; y algunas tienen preguntas sobre identificación ideológica y temas afines. Ojalá alguien se anime a hacer una investigación al respecto. Una sugerencia para tema de tesis, saludos.



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