domingo, 16 de enero de 2011


Posiciones extremas pierden vigencia



CAMBIO POLÍTICO EN EL PERÚ

El Comercio

Por: Raúl Ferreo Costa Jurista
Jueves 6 de Enero del 2011

En estos últimos diez años el país ha avanzado en forma sostenida en la dirección correcta.

Con la recuperación del sistema democrático, a fines del 2000, se inició un período de reconstrucción de las libertades perdidas, junto con el esfuerzo por reordenar la economía, seriamente afectada, entre otras razones, por los efectos de sucesivas crisis financieras internacionales, tanto rusa como asiática.

Si bien los gobiernos de Paniagua, Toledo y García han tenido características distintas, todos exhiben logros comunes en los órdenes democrático y económico, lo que ha permitido, después de mucho tiempo, que se logre un crecimiento continuado, con excepción del 2009, en que el latigazo de la crisis financiera iniciada en EE.UU. golpeó severamente al orbe.

Esta tendencia positiva ha influido en un fenómeno, poco frecuente en la política peruana: en que el rumbo económico mantenga una continuidad desusada.

Los candidatos que aspiran a la presidencia en las elecciones de abril comienzan a calentar motores, delineando los detalles de sus programas de gobierno, en caso de que alcancen el triunfo.

Lo interesante, esta vez, es que las distintas opciones electorales, con los matices del caso, no muestran diferencias que puedan parecer abismales –como ha ocurrido en otras oportunidades– al momento de trazar sus planes económicos.

Si bien existen planteamientos marcadamente diferentes, desde la derecha más pronunciada, hasta la izquierda menos flexible, hay una aceptación tácita al sistema económico que se sigue consolidando en el país.
Es verdad que existen opciones menos concordantes con los principios económicos básicos que se han venido imponiendo, hasta llegar a cuestionarse algunos de ellos. Empero, lo que más se discute es la intensidad con la que se vienen aplicando, o la mala ejecución de políticas con las cuales se muestran desacuerdos.

Nadie discute la necesidad de combatir frontalmente la pobreza, pero sí de la efectividad con la que se vienen aplicando los programas gubernamentales.

Las candidaturas presidenciales inscritas para el proceso de elecciones generales se han reducido como consecuencia de la ley electoral, que incentiva las uniones de agrupaciones al exigirles superar la valla del 5% para alcanzar representación parlamentaria y mantener su inscripción vigente.

Curiosamente, con ello, también ha ocurrido que las propuestas más extremistas se han reducido al mínimo. No se percibe por el momento, como sí ha sucedido en anteriores procesos, ninguna opción antisistema, pero los que consideran que se irá perfilando, no se preocupan demasiado al considerar que los radicalismos no tendrían verdadera opción ganadora.

Con esto, el Perú ha entrado en una nueva etapa en que si bien existen posiciones políticas divergentes, se reconocen los logros obtenidos por el país en su conjunto, en los últimos años.

Por eso, por ejemplo, no tiene mucho sentido para la ciudadanía que se discuta si el eje de integración vial (carretera Interoceánica) le debe su paternidad al anterior gobierno o al actual, ya que lo que nos interesa como nación es que un gobierno tuvo el mérito de concebirla y llevar a cabo el inmenso trabajo de licitar la construcción de cada uno de los tramos y el otro continuó (como debe ser) la construcción de una vía de comunicación e integración que conectará en el centro de Sudamérica al Océano Pacífico con el Atlántico, a la vez que acercará más a dos países con un futuro común, como el Perú y Brasil.

Aunque existe un esfuerzo de los principales candidatos por moverse hacia el centro del espectro político, que es el que más votos proporciona, no será tan fácil persuadir al electorado de su autenticidad si no se presentan programas y trayectorias que sustenten esas posiciones de manera convincente.

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