martes, 20 de abril de 2010


De moralistas y farsantes

José Barba Caballero
Diario Correo
25 de Enero del 2010

En 1993, en plena consolidación de la dictadura fujimorista, el señor Álvarez Rodrich, hoy rabioso demócrata y paladín de la transparencia, le dio un puntapié a sus convicciones libertarias y, con Resolución Suprema firmada por Fujimori, se sentó orondo y con la billetera llena como miembro del Consejo Directivo de Osiptel. Tres años después, y dada su espectacular ceguera e impresionante mudez, fue ratificado nuevamente por el mismísimo Fujimori.

Pero el "moralista" quería más, y como al que pedía el "Chino" le daba... sobre todo si también era "sordo", saltó a Indecopi y trepó hasta ser el Encargado de la presidencia de este jugoso organismo estatal. En 1998, en pleno apogeo de la corrupción montesinista y ya puesta en marcha la ilegal re-reelección, ejerció a sus anchas la presidencia de Osiptel. Por esos días, no posaba como ahora con los brazos cruzados y la frente en alto; sólo era un burócrata servil y oscuro que caminaba cabizbajo detrás de los líderes fujimoristas que, con un chasquido de sus dedos, le indicaban cuándo acercarse. Si hubieran sabido de qué pata cojeaba el gallo que tanto maíz reclamaba, no habrían sido tan generosos con este "caviarón" que, en el colmo de la impudicia, hoy escribe de valores y principios sin siquiera sonrojarse.

Durante su largo periodo como burócrata dorado, no dijo ni "pío" frente a la Ley Cantuta, ni "hay!" frente a la decapitación de los magistrados del Tribunal Constitucional, ni "¡qué horror!" frente al retiro de la nacionalidad de Baruch Ivcher. ¿Y qué hay de la teoría de la responsabilidad moral de Sartre? ¿No enseñó acaso que no era necesario ser el autor personal de un crimen para tener que responder por él? ¿Y que si se había ignorado era porque se había elegido permitir que se cometiera? Pero para qué seguir, si puedo darle la palabra a César Hildebrandt: "Estoy dispuesto a recibir lecciones de quien esté en condiciones de darlas. No es el caso del señor que fue director de Osiptel en junio de 1993, alto funcionario de Indecopi en 1996, vicepresidente de la Comisión de Acceso al Mercado desde enero de 1999, contratista millonario en nombre de Apoyo en 1995, y renunciante al cargo de Indecopi en fecha tan tardía como mayo del 2002. Me refiero al señor Álvarez Rodrich, por supuesto. Al señor que le gusta ser burócrata privilegiado cuando gobierna un Fujimori y periodista 'temerario' cuando las papas dejan de quemar". Sólo le faltó agregar: "La inmoralidad tiene muchos disfraces y, el que más le place, es el de la moralidad".

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