martes, 20 de abril de 2010


"¡Nada con Bayly!"

Diario Correo
José Barba Caballero
08 de Febrero del 2010

Si alguien me obligase a definir ideológicamente a Bayly, diría que es un antisistema dentro del sistema, o lo que es lo mismo, un reformista radical tan claramente de izquierda que, a su lado, Humala parece el presidente de la Confiep. Por eso asusta, y es comprensible que Castañeda, Lourdes, Toledo, monseñor Bambarén y todos los "rojos" hayan unido sus voces para exclamar: "¡Nada con Bayly!".

Pero si este hombre fuese elegido Presidente, sería la primera vez en la historia que el omnipotente caballero "Don Dinero" no tendría ninguna influencia sobre las decisiones del poder. Y lo más importante, no le temblaría la voz para imponer una profunda revolución educativa, así como para ponerle las "pilas" a ese monstruo de insensibilidad, ineficacia y corrupción que es el Estado. ¡Si esto no es ya una revolución en la política peruana, que alguien me diga entonces qué es una revolución! El mundo de la farándula política e intelectual está lleno de personajes que parlotean y llenan páginas para adular, posar, coincidir, o simplemente para que los admiren. Bayly es distinto; cuando él escribe o habla, pareciera que no busca amigos sino contrincantes. Le gusta interrogar, negar, provocar y, claro, reírse de las ideas e instituciones que se orean sobre un pedestal. El objetivo es entretener; pero sobre todo, petardear al lector, alterarlo en sus soportes, conducirlo a la contradicción. Su método no es amable ni romántico, pero es la forma más pura de amar, ya que sólo a través del conocimiento problemático podemos realizar progresos. En el racionalismo crítico, la única excusa para pedir la palabra es el desafío; pero cómo pedirle a Bambarén a estas alturas de su vida que se entienda con Popper, Wittgenstein o Ayn Rand.

Yo no sé si Jaime finalmente tendrá éxito; pero pase lo que pase, le aportará a la ética política una contribución que será difícil de olvidar. En todo caso, perder con un hombre así, dispuesto a presentar batalla a los molinos gigantes de la superstición y del prejuicio, será un honor y un privilegio. De lo que sí estoy seguro es de que en el día del Juicio Universal, cuando las trompetas de los ángeles separen a los "buenos" de los "malos", ya verá Bambarén cómo las puertas del Infierno se abren, pero sólo para los que se negaron pensar y a disfrutar del don de la existencia. Si Dios existe y no es un bellaco, creo que preferirá a Galileo sobre Torquemada, a Bayly más que a Bambarén.

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